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Síndrome de intestino corto
Francisco Moraga M.
La insuficiencia intestinal en estas condiciones es la malabsorción global de nutrientes que sigue
a una resección extensa del tubo digestivo. El pronóstico depende de la extensión y sitio resecado, de
la conservación de la válvula ileocecal, de la función del estómago, intestino, colon, hígado y
páncreas, de la capacidad de adaptación del intestino delgado, de la presencia de enfermedad residual
del intestino remanente, de las complicaciones quirúrgicas y/o del compromiso hepático.
Independiente del sitio de la resección, el tránsito intestinal está acelerado, en tanto que
dependiendo del lugar resecado se agrega la pérdida de inhibidores del vaciamiento y motilidad
gástrica, de hormonas gastrointestinales y de la función del intestino como órgano inmune. La
hipersecreción gástrica produce daño local, acidifica el pH intestinal interfiriendo con la formación de
micelas y la acción de enzimas pancreáticas. La resección del íleon afecta la reabsorción de sales
biliares y conduce a la formación de bilis litogénica (cálculos biliares) y la malabsorción de vitamina
B
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(que junto a la malbsorción de folatos en el yeyuno, produce anemia megalobástica). La falta de
Ca (por saponifacación de las grasas) resulta en un exceso de absorción de oxalatos (cálculos renales).
Adaptación intestinal posresección
Es tanto morfológica como funcional (aumento del número de células por unidad de vellosidad,
mayor absorción de glucosa y mayor hidrólisis de sacarosa por vellosidad). Para que se desarrolle, el
apoyo nutricional debe ser adecuado para evitar atrofiamucosa y fracaso del tratamiento. La adaptación
es estimulada por el aporte nutricional adecuado, efecto de la alimentación enteral, secreciones
pancreatobiliares, enterohormonas como colecistoquinina y secretina y algunos nutrientes específicos.
Manejo nutricional
El objetivo del tratamiento médico es la sobrevida del niño en condiciones nutricionales
óptimas para que el intestino crezca y se adapte a una dieta relativamente normal. Se
consideran tres periodos después de una resección masiva.
El primer periodo dura entre 1 y 3 meses, se caracteriza por gran pérdida de agua, electrolitos y
bicarbonato que se ve agravado por diarrea provocada por hipersecreción gástrica secundaria a
hipergastrinemia, la cual es más intensa mientras más proximal sea la resección; por tal motivo se
requiere de volúmenes elevados siendo recomendable la instalación precoz de un catéter central de larga
duración para evitar múltiples punciones periféricas a que se ven sometidos estos niños. Durante este
periodo se requiere nutrición parenteral (NP) precoz asociada a pequeñas cantidades de alimentación
oral o enteral, corrección de los trastornos ácido base y electrolíticos y control de la hiperacidez.
En caso de enterostomía proximal se requiere aporte adicional de Zn, mineral implicado en
actividad de disacaridasas y aminopeptidasas. El aporte nutricional entregado por la NP debe
asegurar el óptimo crecimiento, siguiendo las recomendaciones del capítulo correspondiente y
la Tabla 1. Inicialmente los controles de electrolitos, glicemia, calcemia deben ser frecuentes.
Durante esta etapa debe agregarse antiácidos para inhibir la hipersecreción gástrica, como
ranitidina 15-20 mg/kg/día en infusión continua o en NP. También puede ser útil los fármacos
antimotilidad intestinal como loperamida.
Durante el segundo periodo la función intestinal mejora como resultado de una progresiva
adaptación del intestino remanente. La NP permite al intestino delgado desarrollarse sin exceder sus
capacidades. Este periodo puede tomar varios meses o años hasta que se obtenga la máxima
adaptación. El tercer periodo se caracteriza por una función intestinal suficiente y suspensión de la NP.