Gastroenterología
El vino protege contra el esófago de Barret
La incidencia de adenocarcinoma de esófago ha aumentado en un 500% en los últimos 3 decenios, más rápidamente que cualquier otro cáncer en los Estados Unidos. El incremento es más predominante entre hombres blancos, sugiriendo que el medio ambiente o el estilo de vida pueden desempeñar un importante papel en la prevalencia. El consumo de bebidas alcohólicas es de gran importancia en la relación de causalidad para el carcinoma de células escamosas del esófago, sin embargo, no se ha establecido correctamente la asociación entre el alcohol y el adenocarcinoma esofágico. Estudios anteriores han sido poco claros y con escasos análisis respecto a los tipos de alcohol (por ejemplo, vino, licores fuertes). Además, si el alcohol (o ciertos tipos de alcohol) se asocian con el riesgo de cáncer, no está claro que actúe sobre la vía cancerígena, que aumente la probabilidad de algunos factores como la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), incremente el peligro de condiciones precancerosas (como el esófago de Barrett) entre personas con ERGE, o aumente la tasa de progresión del trastorno de Barrett en el adenocarcinoma de esófago. La identificación de factores de riesgo para el esófago de Barrett puede proporcionar información temprana que de lugar a intervención eficaces.
Ai Kubo y colegas de Kaiser Permanente en Oakland, California, Estados Unidos, evaluaron la asociación entre el uso y tipos de alcohol, perfiles sociodemográficos y otros factores de estilo de vida con el riesgo de esófago de Barrett. Pacientes (n = 320) diagnosticados con Barrett entre 2002 y 2005 se compararon con personas enfermas por reflujo gastroesofágico (n = 316) y una población control (n = 317). Los análisis se realizaron mediante modelos de regresión logística multivariable.
El alcohol no se asoció significativamente con el riesgo de esófago de Barrett, aunque la estratificación por tipo de bebidas demostraron una relación inversa para los bebedores de vino en comparación con los no bebedores (más de 7 copas de vino por semana frente a ninguna: riesgo, 0,44; intervalo de confianza del 95%, 0.20-0.99; análisis multivariable). Entre los controles, los que preferían vino fueron más propensos a poseer títulos universitarios y tomar regularmente suplementos vitamínicos respecto a los que preferían cerveza o licor, y el ajuste de estos factores o síntomas de ERGE no eliminaron la asociación inversa entre el consumo de vino y el esófago de Barrett. El tipo de educación también estuvo significativamente asociado de forma inversa con el esófago de Barrett.
Se concluye que existen asociaciones entre tipos de alcohol, nivel socioeconómico, y el riesgo de esófago de Barrett. Aunque la elección de las bebidas alcohólicas se ligó con varios factores, y los múltiples ajustes (incluso para la ERGE) no eliminaron la forma de asociación entre el alcohol y el esófago de Barrett. Por lo tanto, se justificaría la realización de investigación adicional para evaluar las asociaciones entre el estatus socioeconómico, la ERGE y el esófago de Barrett.
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