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abril

2018.

Volumen

17

-

N

°

72

17

síntomas respiratorios habrá que descartar

procesos virales (gripe en sus distintas variedades)

y gérmenes atípicos (Chlamydias,

Mycoplasma,

Legionella, Coxiella burnetti

). Si hay hallazgos

abdominales hay que descartar procesos agudos

como: apendicitis, colecistitis, isquemia intestinal.

Si la fiebre se prolonga se debe sospechar

enfermedades como endocarditis, rickettsiosis,

tuberculosis,

brucelosis,

enfermedades

linfoproliferativas, enfermedad inflamatoria

intestinal, infección por citomegalovirus (CMV),

etc.

(2)

Los antibióticos utilizados para el tratamiento de

la fiebre tifoidea han sido: cloranfenicol,

ampicilina, cotrimoxazol, quinolonas y

cefalosporinas de tercera generación. Se han

descrito cepas resistentes al cloranfenicol,

la ampicilina y el cotrimoxazol. En la era

preantibiótica tenía una mortalidad del

15

%. En

el momento actual no pasa del

1

% en países de

nivel socioeconómico adecuado y puede oscilar

entre el

10

y el

30

% en áreas de Asia y África,

dependiendo de las cepas multirresistentes,

las deficiencias sanitarias y, sobre todo, del

retraso en el inicio de la terapia antibiótica.

(2)

El desarrollo humano ha permitido la declinación

progresiva de la fiebre tifoidea como un problema

de salud pública y ello se ha logrado a pesar

de la persistencia de portadores crónicos que

intermitentemente contaminan el ambiente. La

cobertura de agua potable, la disposición de

excretas y la aplicación de medidas básicas de

higiene, teniendo especial cuidado con el lavado

de manos, logran modificar sustancialmente la

transmisión impidiendo la contaminación de los

alimentos a pesar de que el agente persiste en

los portadores.

(1)

En caso de viaje a las zonas endémicas o en

situaciones de catástrofes se recomienda la

inmunización, ya que se dispone de dos tipos

de vacunas que aseguran una protección eficaz

durante dos años. La vacuna parenteral está

elaborada con antígeno Vi. La vacuna oral con

una mutante atenuada (contraindicada en casos

de inmunodeficiencia o mujeres embarazadas).

(4)

• SALMONELLOSIS GASTROENTÉRICAS

La declinación de la fiebre tifoidea como un

problema mayor de salud pública se ha

acompañado por la irrupción de otras salmonellas

en nuestro ambiente.

(1)

Denominadas Salmonellosis no tifoideas,

corresponden a infecciones producidas por

salmonellas distintas a

S. typhi

. En humanos, las

infecciones por

Salmonella

no tífica se manifiestan

generalmente como una gastroenteritis

autolimitada. Sin embargo, en pacientes con

factores de riesgo como niños bajo cinco años,

inmunocomprometidos y adultos mayores, estas

infecciones pueden producir meningitis, sepsis e

incluso la muerte.

(6)

Aunque puede ser muy variado el número de

salmonellas implicadas en la patología humana

y haber diferencias según las áreas geográficas,

las más frecuentes son la

S. typhimurium

, la

S. enteritidis

y la

S. virchow

.

(2)

El reservorio habitual de estas

Salmonellas

es

el tubo digestivo de las aves, cerdos, bóvinos y

muchos otros animales salvajes o de compañía,

siendo habitualmente los productos del pollo y

gallina (carne y huevos) el origen de la mayoría de

los casos. Las personas portadoras crónicas son

también fuente de infección.

(2)

Los reptiles portan