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Investigaciones anteriores han incorporando el yoga (YG) en la radioterapia (RT) para las mujeres con cáncer de mama con la finalidad de mejorarles su calidad de vida (QOL). Sin embargo, las deficiencias de estos ensayos han limitado las conclusiones finales.

Este trabajo realizado en la Universidad de Rochester, Estados Unidos, reclutó a mujeres con estadios 0 a III de cáncer de mama antes de comenzar la RT, siendo asignadas al azar a YG (n = 53) o estiramiento (ST, n = 56) tres veces a la semana durante 6 semanas mientras comenzaban con la RT o estaban en lista de espera (WL; n = 54, grupo control). Se recogió información sobre la fatiga, depresión y el sueño durante 3 días consecutivos al inicio y al final del tratamiento, con la finalidad de completar los auto-informes relacionados con la QOL 1, 3 y 6 meses más tarde.

El grupo YG presentó incrementos significativos en la escala del componente físico en comparación al grupo WL a 1 y 3 meses después de la RT (P = 0,01 y P = 0,01). A 1, 3 y 6 meses, el grupo YG tuvo un mayor aumento en el funcionamiento físico en comparación a los grupos de estiramiento activo (ST) y WL (P < 0,05). Las diferencias entre los grupos fueron similares en los informes generales de salud. Al final de la RT, los grupos de YG y ST también tenían menos fatiga (P < 0,05). No hubo diferencias entre los grupos para la salud mental y la calidad del sueño. La pendiente del cortisol era más pronunciada para el grupo YG en comparación con los grupos ST y WL (P = 0,023 y P = 0,008) y a 1 mes después de la RT (P = 0,05 y P = 0,04).

Finalmente, el yoga mejoró la calidad de vida y los cambios fisiológicos asociados a la radioterapia más allá de los beneficios del ejercicio de estiramiento, y estos positivos resultados parecen tener durabilidad a largo plazo.