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barrera hematoencefálica, menor cantidad de receptores

µ

1 en relación a los

µ

2 y una

eliminación prolongada. Por ello se recomienda administrar narcóticos en este grupo de niños

sólo en unidades de cuidados intensivos (UCI), con monitorización de frecuencia respiratoria

y saturación de O

2

o cuando permanecen en ventilación mecánica. En mayores de un año se

emplea en unidades de posoperados con vigilancia cercana (FR y saturación O

2

).

Las drogas más utilizadas son morfina y fentanyl, en bolos o infusión intravenosa continua.

Esta última modalidad, frecuentemente usada en UCI para sedar pacientes en ventilación

mecánica, produce una analgesia adecuada y más estable.

Los sistemas de autoadministración (analgesia controlada por el paciente) están descritos para

niños mayores de 6 años, que pueden entender y manejar bombas de autoinfusión; en éstos se

utiliza morfina 0,015-0,03 mg/kg/dosis, produciendo buena analgesia y escasas complicaciones.

Bloqueo de nervios periféricos y regionales

Son el método analgésico ideal en pacientes pediátricos, prácticamente eliminan el dolor

posoperatorio y pueden prevenir su aparición, tienen menos efectos adversos que las técnicas

precedentes y no producen efectos desagradables para el niño. Requieren experiencia para

administrarlos.

Los anestésicos locales más usados son lidocaína 1% y bupivacaína 0,125-0,25% y las

dosis máximas recomendadas son 5 mg/kg y 2 mg/kg, respectivamente. También se

administran narcóticos, como morfina, en bloqueos regionales, con mayor eficacia que por la

vía sistémica.

Bloqueos de nervios. Permite 6 horas de buena analgesia. Las complicaciones de esta

técnica derivan fundamentalmente de la punción: Hematoma, traumatismo de nervios. Si bien

estos bloqueos parecen más seguros que las técnicas regionales, su utilización depende de la

factibilidad técnica de realizarlos satisfactoriamente, de la necesidad de dejar un catéter para

analgesia y de la experiencia que se tenga con cada uno de ellos.

Bloqueos regionales otorgan una excelente analgesia posoperatoria. El más frecuente es el

bloqueo peridural, realizado por vía caudal o lumbar. Entre sus ventajas destaca la ausencia de

repercusión hemodinámica, la que sólo se hace evidente después de los 8 años, escaso bloqueo

motor, pocos efectos desagradables para el niño y la posibilidad de dejar un catéter para su

utilización prolongada en el posoperatorio. Con dosis únicas de anestésicos locales se obtiene

una analgesia que puede durar hasta 6 horas; con narcóticos, que mejoran la calidad y duración

de la analgesia, ésta puede extenderse más allá de las 8 h.

Los narcóticos por vía peridural pueden producir depresión respiratoria que puede presentarse

hasta 12 horas después de la administración, por lo que estos niños deben observarse en unidades

de intermedio o intensivo. Otras complicaciones son náuseas, vómitos y prurito, que si bien son

molestas, no revisten gravedad y pueden ser atenuadas con naloxona en dosis de 1

µ

g/kg ev sin

pérdida del efecto analgésico. La incidencia de retención urinaria puede superar el 50% cuando se

usan narcóticos y rara con anestésicos locales.

Cuidados paliativos y manejo del dolor