Salud pública
Cuestionan evidencias del efecto cardioprotector del vino
Hace un cuarto de siglo, la revista Lancet publicó la observación sobre la fuerte asociación negativa entre muertes por enfermedad cardiaca y el consumo moderado de alcohol. Los autores atribuyeron la asociación a la ingesta de vino y concluyeron que éste tendría un componente protector contra la enfermedad. Un meta-análisis del año 2000 confirmó estas tempranas observaciones: el consumo entre uno y tres vasos de bebidas alcohólicas al día (una medida estándar incluye cerca de 10 g de alcohol) se asocia a una reducción del 20-25% para el riesgo de enfermedad isquémica del corazón.
Para Rod Jackson y colaboradores (Escuela de Salud Pública, Universidad de Auckland, Auckland, Nueva Zelanda), es válido desafiar esta creencia dado el aumento de estudios no aleatorios en el área quienes por tanto presentarían demasiados sesgos y errores metodológicos. El argumento contrario a la aparente protección coronaria se basaría en la mal clasificación y a los elementos confusores de los diseños. Ex-bebedores que pararon de beber debido a enfermedad cardiovascular frecuentemente fueron mal emparejados con personas que nunca habían consumido alcohol, elevando así artificialmente el riesgo coronario en los no bebedores. La explicación más probable para tal asociación artificial ha sido fácilmente aceptada por muchos investigadores. Pero este año 2005, Timothy Naimi y colegas han reestablecido la hipótesis de la confusión al utilizar datos sobre factores de riesgo cardiovasculares de una encuesta telefónica en 200.000 adultos de los Estados Unidos. De 30 factores de riesgo cardiovascular, 27 (el 90%) eran significativamente más frecuentes en los no bebedores que en bebedores moderados. Los autores sugirieron que los problemas de confusión o mal evaluación podrían explicar algunas o todas las asociaciones protectoras coronarias divulgadas.
El reciente problema sobre la terapia hormonal de reemplazo y la enfermedad cardiaca es otro recordatorio sobre los estudios no seleccionados al azar tienen sus debilidades. Después de ajustar según múltiples confusores, se reportó un riesgo mayor de enfermedad asociada al manejo hormonal. Nuevos ensayos aleatorios han demostrado que tal terapia no reduce el riesgo de la patología cardiaca y la incontrolada confusión metodológica es la explicación más probable para los resultados de investigaciones no seleccionadas al azar.
Para los autores australianos, se ha sido poco crítico con las observaciones que sugieren que una a tres copas al día se asocian con la disminución del riesgo cardiovascular, quizás cegados por los posibles mecanismos biológicos: el alcohol aumenta el colesterol HDL, lo que podría explicar sobre la mitad del efecto protector coronario propuesto y también tendría, como la aspirina, efectos trombolíticos. Lamentablemente, la discusión ha enmarcado en protección coronaria versus ninguna protección coronaria. En definitiva y a un nivel meramente práctico, no existe información suficientemente sólida como para apoyar la recomendación de que consumir alcohol moderadamente reduce la enfermedad cardiaca, principalmente en personas que normalmente no beben.
Fuente bibliográfica
Lancet. 2005 Dec 3; 366(9501):1602-1603