Cardiovascular
Enfermedad renal en postinfartados es un importante peligro de complicaciones coronarias
La presencia de condiciones coexistentes tiene un fuerte impacto en el resultado final del infarto agudo de miocardio. El riesgo de acontecimientos cardiovasculares subsecuentes es más alto entre pacientes con enfermedad crónica del riñón que en personas con función renal normal. La tasa de mortalidad a dos años después del infarto entre pacientes con enfermedad renal terminal es aproximadamente de un 50% ciento, dos veces la tasa de mortalidad postinfarto que en la población general. Las posibles explicaciones incluyen la alta proporción de factores de riesgo coronario y el poco uso de las estrategias para modificar el riesgo cardiovascular. Por tanto, la insuficiencia renal se asocia a uno de los riesgos más altos, pero la influencia de grados más leves de debilitación renal aún no está bien descrita.
Como parte del estudio VALIANT (Valsartan in Acute Myocardial Infarction Trial), cardiólogos del Hospital de Boston en Estados Unidos, analizaron a 14.527 pacientes con infarto agudo de miocardio complicado por medio de señales clínicas o radiológicas de la insuficiencia cardíaca, disfunción ventricular izquierda, o ambas, y de valores registrados de creatinina sérica. Asignaron los pacientes aleatoriamente para recibir captopril, valsartan, o ambos. El índice de filtrado glomerular (IFG) fue estimado por el promedio de cuatro componentes de la dieta en un modelo de enfermedad renal y los pacientes fueron agrupados según su IFG estimado. Además se utilizaron a 70 candidatos para ajustar y comparar la mortalidad total y los acontecimientos cardiovasculares entre los grupos de IFG.
La distribución estimada del IFG (±SD) representó un valor promedio de 70±21 ml por minuto y por 1.73 m2 de área. El predominio de los factores de riesgo coexistentes, enfermedad cardiovascular anterior y Killip superior a I fue mayor entre pacientes con un IFG estimado reducido (menos de 45.0 ml por minuto por 1.73 m2). El uso de aspirina, de betabloqueadores, de estatinas o procedimientos de revascularización coronaria fue más bajos en este grupo. El riesgo de muerte global o de muerte por causas cardiovasculares, reinfarto, insuficiencia cardíaca congestiva, accidente vascular encefálico o resucitación después del paro cardiaco aumentó con la declinación del IFG estimado. Si bien el índice de acontecimientos renales se incrementó con tal declinación, los resultados adversos fueron predominantemente cardiovasculares. Bajo los 81.0 ml por minuto por 1.73 m2, cada reducción de 10 unidades del IFG estuvo asociado a un riego relativo de muerte y resultados cardiovasculares no fatales de 1.10 (IC 95%, 1.08 a 1.12), independientemente de la asignación del tratamiento.
En conclusión, la enfermedad renal leve, según lo determinado por el IFG, debe ser considerado un factor importante de riesgo para complicaciones cardiovasculares después de un infarto de miocardio.
Fuente bibliográfica
N Engl J Med 2004 Sep 23;351(13):1285-95