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16 Agosto 2004

Fisiología del sueño

Dormir 8 o más horas cada día aumenta el peligro de una mortalidad temprana

El estudio JACC, las siglas en inglés para “The Japanese Collaborative Cohort Study”, sugiere que las personas que duermen de 6.5 a 7.5 horas al día tienen mejor supervivencia que aquellas que duermen más de 7.5, incluso los individuos que duermen 8 horas o más, o menos de cuatro, tendrían notoriamente mayores peligros de mortalidad que los que duermen siete.

Aunque estas conclusiones pudieran sorprender a los médicos, los datos del JACC (que analizó durante una década a 104.000 sujetos de 40 a 80 años de edad según sus hábitos de sueño) son completamente consistentes con resultados recientemente publicados por los estudios NHS (de salud en enfermeras) y CPSII (de prevención del cáncer). La fuerza de las conclusiones de estos tres grandes estudios, realizados con metodologías implementadas en dos continentes durante veinte años, sugiere que son altamente confiables, es más, una docena de pequeños estudios también apoyarían los resultados generales de estas investigaciones, de momento ninguna evidencia epidemiológica los contradice. Una de las fortalezas del estudio JACC, según el doctor Daniel F. Kripke (profesor de Psiquiatría de la Universidad de California y autor de una editorial en la revista Sleep), se basa en que se preguntó específicamente por la duración media del sueño en los días laborables.

El tiempo medio del sueño fue de 7.58 horas para los hombres y 7.12 horas para las mujeres, aumentando levemente con la edad. Para hombres la mortalidad más baja fue de 1 hora menos que el promedio, al igual que para los hombres y mujeres del estudio CPSII. En el JACC, los que durmieron 8 horas tuvieron una mortalidad significativamente más alta que los que durmieron 7 horas, sin importar el grado por el cual los datos fueron ajustados según comorbilidades. Los cocientes de riesgo de mortalidad para mujeres que durmieron 8 horas (con respecto a 7 horas) fue de 1.30 en JACC (1.12-1.52 con IC del 95%), 1.13 en NHS, y 1.13 en el CPSII (1.09-1.16), estas estimaciones concuerdan perfectamente, considerando que los rangos de edad eran algo diferentes. Por otra parte, en el JACC como en los otros estudios, las personas que durmieron 9, 10 o más horas presentaron aumentos progresivos del riesgo. El incremento en mortalidad de los que durmieron 8 horas (7.5-8.5 horas) comparado a 7 horas (6.5-7.5 horas) fue mínimo, pero debido al gran tamaño, representarían una importante proporción de la mortalidad total en la población. Los resultados desmitifican la hipótesis ampliamente difundida de que es mejor dormir a lo menos 8 horas al día.

En JACC los modelos mejor adaptados según comorbilidades, fueron los que divulgaron 5 ó 6 horas de sueño por noche, sin presentar un aumentado de su mortalidad comparado a los que durmieron 7 horas. Solamente los que tuvieron menos de 4.5 horas de sueño experimentaron una mortalidad significativamente creciente, similares a los datos del NHS. En la muestra del CPSII, el riesgo de los que durmieron entre 5 y 6 horas sólo se elevó levemente comparado a los de 7 horas, aunque sí se consideró significativo. Los tres estudios, por lo tanto, demostraron mayores tasas de mortalidad sobre las 7.5 horas de sueño, especialmente porque una mayor parte de los individuos divulgó dormir 7.5 horas o más con respecto a los que lo durmieron menos de 6.5 horas. Los mecanismos causales de mortalidad asociados a sueños prolongados aún no han podido ser explicados, más si no existe seguridad sobre cuánto realmente se duerme y cuánto es el tiempo en cama más bien que el tiempo dormido. Por otra parte, para el JACC el índice de masa corporal (IMC) no tuvo ninguna relación con la duración del sueño, al igual que en el NHS, aunque una relación más compleja fue observada en pacientes del CPSII. Puesto que el IMC es un correlativo extremadamente importante de la apnea del sueño (junto con el género y la edad), parece inverosímil que la apnea del sueño pueda explicar asociaciones entre duración del sueño y mortalidad.

En conclusión, para el Dr. Kripke, existiría una mayor mortalidad asociada a sueños prolongados o por sobre las 7.5 horas en relación, por ejemplo, a los que están por debajo de las 6.5 horas. Eventualmente, ensayos clínicos de restricción del sueño u otras intervenciones que se pudiesen centrar en el análisis de sueños duraderos deberían de llevarse a cabo, y así evaluar los mecanismos causales del aumento de mortalidad y por consiguiente determinar cómo invertirlos. Por último, a la vista de los resultados del JACC para mortalidad y morbilidad, los médicos no deberían recomendar a los adultos sueños de 8 o más horas.

Fuente bibliográfica

Sleep 2004; 27(1):13-4

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