Cardiología
Consumir pescados y mariscos controla la cardiopatía coronaria
A nivel mundial, alrededor de ocho millones de niños nacen con una malformación congénita, un millón de los cuales se ven afectados por un defecto congénito del corazón. Su compleja etiología se caracteriza por una sutil interacción entre variaciones genéticas y factores ambientales, nutricionales y de estilo de vida que son perjudiciales. La importancia de una nutrición materna adecuada antes del embarazo está bien establecida. Por ejemplo, se sabe que la fortificación de los alimentos con ácido fólico reduce significativamente la prevalencia de defectos del tubo neural. La evidencia de su efecto preventivo contra la enfermedad coronaria, sin embargo, sigue siendo controvertida.
En base a un estudio caso-control, docentes del Centro Médico Universitario de Rotterdam, Países Bajos, identificaron los patrones de la dieta materna en relación con los biomarcadores de metilación e investigaron la asociación entre los hábitos alimentarios y el riesgo de defectos congénitos del corazón en la descendencia. Se consideraron ciento setenta y nueve madres de niños con cardiopatía congénita y 231 madres de niños sin malformaciones congénitas. La información sobre la ingesta de alimentos se obtuvo mediante cuestionarios de frecuencia alimentaria. El método de regresión de rango reducido se utilizó para identificar los patrones de la dieta en relación con biomarcadores de metilación en la sangre. Finalmente, se obtuvieron los valores para el patrón de dieta, la vitamina B, las concentraciones de homocisteína y los biomarcadores de metilación (S-adenosilmetionina [SAM] y S-adenosil [SAH]), para luego calcular el riesgo de enfermedad coronaria con intervalo de confianza del 95%.
La dieta pobre en carbono incluyó alto consumo de snacks, productos ricos en azúcar y bebidas, y estuvo asociada con la SAH (β = 0,92, P <0,001). Un esquema rico en carbono, es decir, con alto consumo de pescados y mariscos se asoció con SAM (β = 0,44, P <0,001) e inversamente con SAH (β = -0,08, P <0,001). La fuerte adhesión a este patrón dietético generó un incremento del ácido fólico en suero (P <0,05) y en glóbulos rojos (P <0,01), y redujo el riesgo de enfermedad coronaria en los hijos: riesgo, 0,3 (intervalo de confianza del 95%, 0,2-0,6).
En conclusión, un patrón dietético rico en carbono, caracterizado por el alto consumo de pescados y mariscos, se asocia con un menor riesgo de cardiopatía coronaria. Este hallazgo merece más investigación en ensayos de intervención.
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