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Otra razón que advertimos es la progresiva di-

ficultad de la docencia médica en seres humanos,

no sólo desde el punto de vista de la actividad

práctica, sino que además por el advenimiento

de una serie de procesos que tienen que ver con

el consentimiento informado y la privacidad de

las personas. Por otra parte, con el aumento de

escuelas de medicina, la utilización adecuada

de campos clínicos con pacientes reales se hace

cada vez más difícil. No es posible ni prudente

plantear que un mismo paciente sea entrevistado

y evaluado -en ocasiones con preguntas sobre

temas íntimos y de suyo sensibles- por varios

alumnos en una misma jornada, mucho menos

en aspectos que se vinculan con maniobras in-

vasivas.

Sin embargo, en el otro extremo, pensamos

que no se puede desconocer -ni mucho menos

suspender- la docencia médica en su modalidad

clásica, precisamente aprendiendo en y desde el

cuerpo y la psiquis del propio enfermo. Es claro

que la comunicación de la biografía del paciente

en primera persona y la objetivación de sus sig-

nos y síntomas no pueden ser superados por mo-

delos, aun usando los de la mejor calidad dispo-

nible. Además, cada enfermo es una globalidad,

donde su problema personal o dolencia física,

está inmerso en un contexto biográfico, social y

sobre todo familiar, y ninguno de estos aspectos

quedará suficientemente abarcado y comprendido

en modelos de simulación.

Por otra parte, dado que el diseño de modelos

de simulación ha experimentado un gran avance,

hoy es posible disponer de equipos con un alto

grado de sofisticación técnica y electrónica avan-

zada. Su utilización ha ido en constante progreso,

siendo especialmente apropiados para el ejercicio

de manejo de catástrofes, accidentes de la vía

pública o simulación de atención de heridos en

forma masiva. El grado de sofisticación alcanza-

do ha permitido su utilización en cursos, como

“ATLS” (soporte vital en trauma avanzado), por

ejemplo, con excelentes resultados por el grado

de realismo que otorgan esos modelos.

Otra variable en el desarrollo de la metodo-

logía de la simulación clínica, como ya hemos

dicho, es la inclusión de actores que desempeñan

roles precisos, fruto de entrenamiento de gran

calidad. Ello ha demostrado ser muy útil en la

docencia dirigida, así como en exámenes finales

de asignaturas e internados, donde se prestan muy

bien para evaluar adecuadamente las habilidades

y competencias adquiridas durante el transcurso

del currículo. En esto es necesario enfatizar que

se requiere de un entrenamiento en simulación

clínica previo de excelente nivel, ya que se su-

pone que el modelo vivo deberá comportarse

tal como se observa en la realidad una persona

enferma.

¿Son iguales todos los modelos de simulación

y los protocolos para su uso docente?

Por ahora, cada escuela de medicina posee sus

propios sistemas de simulación, en los que pone

aquellos énfasis que estima convenientes y que

le permiten sus recursos. En consecuencia, no

es posible aún percibir al respecto un currículo

o “asignaturas” bien definidas, que permita una

adecuada comparación entre las escuelas que lo

poseen. Una diferencia importante consiste en la

calidad, costo y complejidad de los sistemas de

simulación que ofrece el mercado actualmente.

Se puede establecer una diferencia entre sistemas

de baja y alta tecnología. A mayor tecnología y

complejidad, para imitar la realidad, el costo de

adquirir y operar, así como mantener los equipos

se incrementa en forma considerable. En este

sentido, existe una excelente revisión de Pelés y

Gomar, de la Universidad de Salamanca

1

.

Estamos conscientes que nada puede reem-

plazar al paciente de “carne y hueso”, pero debe

reconocerse que la estandarización de ciertas

técnicas, como el masaje cardíaco, intubación

de la vía aérea, accesos venosos y arteriales,

varios tipos de drenajes y punciones, así como la

posibilidad cierta de la auscultación cardíaca o

pulmonar, pueden realizarse en estos modelos hu-

manos cuantas veces sea necesario, hasta lograr

un grado de operación que se estime adecuado,

antes de practicar estas técnicas en seres huma-

nos. No es materia de este artículo, pero ya es una

realidad la existencia de interesantes modelos de

postítulo para prácticas de maniobras quirúrgicas

más complejas.

Por lo tanto, este sistema de docencia nos

parece que aporta algunas ventajas, que mencio-

naremos sucintamente.

1. Permite adquirir habilidades en forma estanda-

rizada.

2. Su nivel de acercamiento a la realidad en algu-

nos casos es inmejorable.

3. Permite al equipo docente evaluar los procesos

de enseñanza y aprendizaje.

4. Facilita la toma de exámenes con un grado de

complejidad similar para todos los estudiantes.

5. El sistema es susceptible de revisión en forma

permanente, motivando un excelente proceso

de autocrítica.

6. Dado el carácter de laboratorio que represen-

tan, pueden ser repetidos tantas veces como

sea necesario.

¿Es ética la utilización de técnicas de simulación en la docencia médica de pregrado?

Rev Chil Enferm Respir 2016; 32: 34-37