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Hace casi cincuenta años aparecí por el Hospital

de Niños Manuel Arriarán (curso de Puericultura

2

°

semestre

1953

-iniciación de la memoria en el

Laboratorio de Investigaciones Pediátricas con

Fernando Monckeberg Barros- Curso de Pediatría

1954

, primer curso del Prof. Julio Meneghello

Rivera con Servicio separado del Profesor

Arturo Baeza Goñi; uno en el ala derecha del

Pabellón Errázuriz, el otro a la izquierda).

Obviamente no existía el Complejo Hospitalario

San Borja Arriarán con sus actuales estructuras.

El Pabellón Errázuriz venía a ser el alma central

del Hospital Arriarán, con sus tres niveles: abajo

el Servicio de Urgencia (Posta Infantil); subías

unos escalones y estabas en el Servicio de

Pediatría, otra escalera y llegabas al Servicio

de Cirugía Infantil. Pero aparte de esta cercanía

física estaba una fluida comunicación: el

cirujano bajaba a Pediatría, el pediatra subía

a Cirugía o bajaba a Urgencia sin problemas;

tres servicios que funcionaban como uno solo,

favorecido por el hecho que la mayoría de los

médicos cumplían jornadas juntos en Urgencia,

donde trabajabas codo a codo arropado por

la sabiduría y camaradería, de doctores como

César Izzo P., Santiago RubioA., Alberto Veloso N.,

Jorge Rosellot V., Rodolfo Burdach W.,

René Artigas N., Alejandro Maccioni S.,

Alfredo Raimann N., Julio Guasch y tantos otros.

Eso en Urgencia. En el Servicio de Pediatría

(Cátedra), en torno a la figura del Profesor

Julio Meneghello Rivera, los ya citados más

otros como Fernando Monckeberg B., Enrique

Fanta N., Oscar Undurraga, las Dras. Eugenia

Emparanza (despertaba muchos suspiros en

sus clases de Hematología), Mafalda Rizzardini,

Carmen Aguiló y Haydée Sepúlveda, Alfredo Patrí,

Roberto Schifrin en Cardiología y Julio Hasbún,

Jefe del Servicio de Rayos y simultáneamente

brillante clínico (siempre recuerdo el impacto en

mis inicios cuando yo sospechaba una neumonía

y con la placa de tórax me sugirió sonriendo una

glomerulonefritis, y eso fue).

Conversamos estas vivencias con mi amigo

Andrés Varas Alfonso, que me refuerza el

recuerdo de esa mezcla de rigor científico con la

camaradería y la amistad: es lo que idealizamos

como el

“sentimiento de la familia Arriarán”,

en el que tuvo gran influencia la presencia

de ese parque señorial tan ajeno a las frías

estructuras de cemento de los actuales

hospitales.

Le tiro de la lengua a Andrés, que además

de excelente especialista en Broncopulmonar

Infantil es un experto botánico y que con

la jardinería se transforma en poeta: “Nos

parece ver el perfil del parque y la vetusta

casona de Don Manuel Arriarán y sus árboles

centenarios que nos protegían del intenso

calor veraniego y los rigores del invierno”.

“No están ya los verdes setos cuidadosamente

podados de bojs

(Buxus sempervirens),

y

crataegus o espinos

(Crataegus monogyna)

ambos originarios de Europa, pero sobreviven

viejos magnolios

(Magnolio grandiflora),

originario de América del Norte, de copa amplia,

densa y oscura, que en verano lucen elegantes

hojas coriáceas y flores blancas de suave olor

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ESE ANTIGUO HOSPITAL ARRIARÁN... Y SU HERMOSO PARQUE

Dr. Luis Cueto Sierra