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relevancia debido a que la radiación a la que

se expone el paciente con ésta cantidad de TC

es similar a la de algunos sobrevivientes de la

bomba atómica, que desarrollaron cáncer en

años posteriores

(9)

. Además, los niños tienen un

mayor riesgo que los adultos de desarrollar un

cáncer tras exponerse a radiación, debido a que

son más radiosensibles (poseen más células en

división activa) y tienen mayor cantidad de años

por delante para desarrollarlo

(8,12)

.

Debido a lo anterior, algunos centros prefieren

el uso de la ecografía como aproximación

imagenológica inicial, y en caso de que ésta

no sea suficiente para aclarar el diagnóstico

se usa la TC en casos seleccionados

(1,2)

. De

todos modos esta estrategia no ha sido validada

por ningún estudio prospectivo.

CONCLUSIONES

No todos los pacientes con sospecha de

apendicitis requieren estudio imagenológico. Una

clínica característica posee alto valor predictivo

positivo y es mandatoria en la toma de

decisiones

(1,2,11,12)

. Si bien este tipo de estudio

sólo debiese considerarse en casos de clínica

atípica, diversas razones motivan al clínico a

solicitar imágenes. De todos modos hay centros

que sugieren que no debiese realizarse

apendicectomía sin una imagen previa

(11)

.

En niños la ecografía abdominal es una buena

herramienta para confirmar el diagnóstico, pero si

esta es negativa y la sospecha clínica es fundada

no lo descarta

(1,2,6)

(falsos negativos en caso de

complicación). En ese sentido la TC representa

una mejor herramienta para confirmar o excluir el

diagnóstico según los hallazgos y es de elección

en el caso de complicaciones

(1,2,5,12)

.

Dada la evidencia discutible de lo deletérea que

podría ser la exposición a radiaciones ionizantes

en los niños; y a pesar de las desventajas en

comparación a la TC, la ecografía es la técnica

de imagen inicial, y sólo en los casos en que el

diagnóstico siga siendo incierto, se debe optar

por la TC

(11,12)

.

PERSPECTIVAS FUTURAS

Se requieren mayores estudios en relación al

uso de contraste en la TC, especialmente en edad

pediátrica y su administración (oral, endovenoso,

combinado) y sus distintos rendimientos en el

diagnóstico, así como también sus complicaciones.

También sería útil un estudio prospectivo en

niños con baja sospecha pre-test clínico y las

posibilidades de que una ecografía negativa o no

sugerente sea suficiente para excluir el diagnóstico.

Otro estudio interesante sería uno que permitiera

una mejor distribución de los recursos analizando

si la combinación de historia, examen físico y

laboratorio ¿En que medida confirman o excluyen

el diagnóstico? (por ejemplo la combinación de

un recuento de blancos y PCR combinado con

otros factores clínicos) y se tomen como criterios

previos a los estudios imagenológicos.

Además es necesaria la realización de protocolos

de investigación, centrados en limitar la radiación

ionizante de las TC abdominales, como también

un sistema de registro con la cantidad de radiación

a la que un paciente ha estado expuesto según

los exámenes que le han sido realizados.