

agosto
2016.
Volumen
15
-
N
°
65
16
El cuadro clínico completo por hematoma del
iliopsoas se puede instalar en las horas siguientes
al traumatismo o presentarse de manera insidiosa
en pocos días y se caracteriza por dolor inguinal,
lumbar y abdominal inferior, contractura en flexión
de la cadera y neuropatía. El dolor suele atenuarse
espontáneamente durante un tiempo variable
de pocas horas a días, para luego hacerse
progresivamente muy intenso.
Rara vez se observan hematomas o equimosis de
la pared abdominal, la región inguinal o la parte
superior del muslo.
Se puede hallar una masa palpable no pulsátil
en la fosa ilíaca o aumento de volumen en la
región inguinal, con hiperestesia cutánea, dolor a
la palpación y defensa muscular. La presencia de
vómitos ocasionales incluso biliosos, debidos a
íleo reflejo, con dolor en el flanco o la fosa ilíaca,
pueden simular un cuadro de abdomen agudo.
Hay dificultad para la marcha y para mantener la
posición de pie, debido al dolor y la debilidad de
la extremidad afectada. Los movimientos activos
suelen quedar reducidos a la mínima amplitud
y el intento de extender pasivamente la cadera
contracturada agrava el dolor (signo del PSOAS).
La parálisis del cuádriceps impide la extensión
activa de la rodilla, que se mantiene en flexión,
con reflejo patelar débil o ausente.
Si existe compromiso del nervio femoral podría
encontrarse parestesias y disminución o pérdida
de la sensibilidad cutánea correspondiente al área
de inervación.
El diagnóstico se sospecha por la anamnesis y el
cuidadoso examen físico, y se confirma con los
estudios imagenológicos. Es esencial saber si el
paciente padece un trastorno de la coagulación,
es usuario de tratamiento anticoagulante,
antecedente de traumatismo reciente, practica un
deporte o ha hecho un esfuerzo inusual.
Entre los diagnósticos diferenciales se pueden
mencionar apendicitis aguda (en los casos de
hematomas del lado derecho), abscesos del
compartimiento del iliopsoas, colecciones
supuradas o tumores retroperitoneales, artritis o
hemartrosis de cadera, fractura de la espina ilíaca
postero superior, cólico renal y hernia de disco
lumbar.
La ecografía es útil para detectar sangrado de
partes blandas profundas, como el retroperitoneo,
iliopsoas y pelvis, aunque puede ser dificultosa
en los casos de íleo reflejo local. El hematoma
provoca aumento de tamaño del músculo iliopsoas
y le da forma redondeada en el plano transversal,
comparado con el normal del lado opuesto y se
puede observar rotura de las fibras musculares.
En la tomografía computada, el hematoma del
PSOAS suele tener apariencia proteiforme, con el
músculo aumentado de volumen, la masa puede
tener densidad variable, que depende del tiempo
transcurrido desde el sangrado; a veces se puede
observar un nivel líquido que corresponde a la
colección sanguínea. La TAC también puede
distinguir el hematoma del PSOAS de otras
masas retroperitoneales como abscesos, linfomas
y otros tumores, con aparente ventaja sobre
la ecografía para el diagnóstico diferencial de
estos últimos, siempre que la interpretación de
las imágenes se realice en relación a la historia
clínica. La RNM provee imágenes que permiten
diferenciar mejor las anormalidades del PSOAS.
La TAC podría ser superior a la RNM en caso de
calcificaciones o presencia de aire dentro de un