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palabras y de mis consejos”...

Gracias, doctor

por creer en mí, espero no haberlo defraudado

en mí accionar, he velado por la comunidad

hospitalaria, de acuerdo a los recursos disponibles

y la capacidad y apoyo del entorno.

A través del tiempo, la sociedad y el sistema

de vida ha cambiado, la velocidad de avance

de las ciencias y la tecnología ha dado origen a

nuevas generaciones, que deben trabajar muchas

veces en ambientes impersonales, individualistas,

altamente competitivos. La crisis de valores, el

exitismo, el consumismo de hoy puede arrastrarlos

inconcientemente. Ojalá pudiéramos rescatar

lo bueno del pasado y construir sobre ello.

Un profesor decía que el hombre destruiría

al hombre, felizmente esto ha sido parcial,

aún existen personas con ética y valores

espirituales, que disfrutan de las cosas simples

de la vida, la verdadera riqueza del alma que se

refleja en nuestro quehacer diario.

Especial mención al Dr. Francisco Barrera Quezada,

persona rica en sentimientos, humano, excelente

médico, colaborador incansable de la medicina

y de sus pacientes, comprensivo y empático,

sencillo, humilde pero firme en sus decisiones

y en la defensa de sus ideas y principios. Con

él tuve la oportunidad de trabajar en diversos

proyectos de investigación, integrando además

el equipo mi amiga la Enfermera Sonia Escobar

M., una de las grandes profesionales destacadas

en la bella época del Hospital Arriarán, y la

Dra. M. Jesús Rebollo G., de generación joven, de

quienes tendría que hacer un capítulo aparte.

Del Dr. Barrera, aprendí que para estar bien

con las personas algo difíciles, lo mejor era

permanecer a doscientos metros de distancia, me

lo dijo una vez en un impasse que él presenció.

Hasta el día de hoy lo aplico; él reforzó mi

interés por la lectura, me prestaba libros, porque

antes, más que ahora se me perdía el dinero,

simbólicamente, como a muchos.

Como con muchos otros, siempre ha estado

presente en mis debilidades de salud y momentos

de profunda tristeza, en estos momentos me

embarga una gran pena, lloro, corren mis lágrimas,

las que no puedo controlar, créame, es verdad,

usted ha sabido interpretar mis sentimientos, en

la partida de mi madre a la eternidad, me dijo:

“Gladys, te conozco, cuídate, estás fingiendo.

Así era y así es”.

Dr. Barrera mi gratitud por la oportunidad que

me dio de participar en esta evocación, que ha

sido de gran relevancia para mí y un deseo que

quería realizar y que se me ha cumplido.

Gracias a todos, a los que también he omitido,

mis disculpas, sólo me resta decirles que la

vida es bella, en todos los planos de nuestra

existencia, sólo depende de nosotros, no culpen

al destino ni a nadie. Aunque es difícil pero

no imposible, la mejoría continua de nuestras

acciones nos hace personas dignas en el presente

y nos permite elevar nuestro espíritu.

Mi visión de los tiempos actuales dista mucho

del pasado, estamos frente a una sociedad

enferma por la vida acelerada, el stress, por

alcanzar en corto plazo, lo que a nuestros

padres y abuelos les costó toda una vida, la

economía de mercado y el consumismo han

confundido sus principios y valores.

Desde

1991

, año en que se creó el Departamento