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diferentes desempeños, en bien de los pacientes,

esta actitud nos permitía realizar nuestro trabajo

con gran entusiasmo y humanismo.

Para graficar nuestro quehacer profesional, tuve

la oportunidad de participar en el Programa

Médico en casa dirigido por el Jefe de Programa

Materno Infantil. Entre los Pediatras, recuerdo

al Dr. Francisco Beas Franco, lo destaco porque

siempre mi exposición era después de él, este

evento se realizó en el único auditórium central

que existía en nuestro Hospital Arriarán. Recuerdo

el tema de la Desnutrición, donde se presentó

una paciente, a través de

“rotafolio”

único medio

visual accesible, donde se señaló desde los inicios

de su hospitalización, su estadía en el Servicio

Clínico, toda su evolución, hasta llegar a mostrar

a una niña hermosa, recuperada, gracias al trabajo

en equipo, donde cada uno aportaba lo suyo con

esmero y la recompensa del logro obtenido.

Permítanme recordar con mucho afecto a médicos

connotados de ese entonces, el destacado

Dr. Alejandro Maccioni Seis dedos con su

interrogatorio en sus visitas, así tuve la

necesidad de memorizar la composición química

de algunos alimentos, para poder responderle el

valor nutricional que tenían relación directa con

la patología de los pacientes. Ello, a través del

tiempo me sirvió para aplicarlo en el Servicio de

Nutrición, cuyo Jefe de Unidad el Dr. Oscar Errázuriz,

muchas veces llamaba al orden, para iniciar la

visita, con un silbato, a las 8 hrs. AM en punto,

al margen del horario de ingreso que tuviéramos.

Si yo era la más rápida en aparecer, caía en mi

propia red, rápidamente pedía que le dictaran

preparaciones a dar a los pacientes, uno a uno,

con sus aportes macronutrientes y finalmente por

kilo de peso, con el tiempo me di cuenta que

le agradaba ponerla a uno en trance emocional,

donde la habilidad mental tenía que ir a su ritmo.

Entre tantos Pediatras que trabajaron con mis

colegas, tengo una lista, cada uno con sus

propias características personales y exigencias

profesionales. Entre ellos el Dr. Rodolfo Burdach

Weil (Q.E.P.D.), el Dr. Luis Semprevivo Curotto,

con quien compartimos muchas Navidades con la

Dra. Jimena Guerrero Rose y todos los integrantes

de la Unidad de Infecciosos. Aún conservo en el

intercambio del amigo secreto un par de paños

italianos para secar loza, provenientes de algunos

de los viajes del Dr. Luis Semprevivo C., al parecer

esto no era tan secreto. Siguiendo en el pasado,

no podría olvidar al Dr. Carlos Hidalgo Saavedra,

amigo y uno de los mentores en mi formación

profesional, cuyos consejos recuerdo con mucho

cariño. Entre otros galenos el Dr. Iván Contreras

Hermosilla, médico tratante, parco, buen mozo y

serio, en el buen sentido; el Dr. Claudio Ferrada

A., atrayente, poseedor de una innata distinción

en el trato con sus colegas, personal y pacientes;

la Dra. María Eugenia Willshaw, de quien recibí

observaciones personales que enriquecieron mi

manera de ser. Tengo bellos recuerdos de

momentos compartidos, su matrimonio, su primer

hijo, paseos realizados. También tengo presente

a la Dra. María Inés Sims S. (Q.E.P.D.) con quien

conversábamos temas de actualidad femeninos,

en especial en fiestas patrias, cuando organizaba

un festín dieciochero y escapábamos a comprar

las famosas empanadas Roysar; el Dr. Dino Curotto

Arado, médico tratante, Jefe de Unidad y Docente

de la U. de Chile, sencillo en su quehacer y humano

en su actuar; el Dr. Andrés Varas Alfonso, destacado

por su caballerosidad y afable sonrisa. Recuerdo

cuando en mi juventud, llegaba a la sala y me

decía sonriente

“Srta., por favor, tenga la bondad