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encontraba en una sala de la Unidad de Lactantes

A, analizando y examinando con los alumnos del

Curso de Pediatría a un paciente que había

ingresado en la tarde del día anterior. Ese ha sido

el día más amargo y doloroso que he tenido en

mi vida profesional y de compañero de labores,

tanto que

40

años después aún siento pena y como

que un escalofrío me recorre el cuerpo.

De repente sentimos un gran estampido o ruido

y vimos que salía humo por las ventanas del

pabellón de operaciones del Servicio de Cirugía

y los vidrios saltaban en todas direcciones. Nos

dirigimos corriendo de inmediato hacia ese lugar.

Al llegar nos encontramos con el Dr. OlimpoMolina

que rodaba por la escala, con su cuerpo y cara

ensangrentados y exclamaba “arriba, arriba,

arriba”. Le acomodamos lo mejor que pudimos

y seguimos subiendo, nos encontramos con otro

colega (el Dr. Alfredo Raimann N.), también herido

pero no de tanta gravedad y pedía tener cuidado

por temor a una segunda explosión.

Al entrar al pabellón nos encontramos con el

escalofriante cuadro: Los dos niños que se iban a

operar estabanmuertos en lamesa de operaciones,

la Dra. Ana María Juricic (anestesista), al lado de

los niños, falleciendo a los pocos instantes; el

Dr. Jaime Palominos, herido de muerte, nos miró y

exclamó “mi guatita”, falleciendo pocos instantes

después. También estaban los Drs. Enrique

Zabalaga y Mario Torres heridos de gravedad,

falleciendo pocos días después a pesar de los

cuidados prodigados en la Asistencia Pública.

Hubo otras personas (auxiliares de enfermería y

servicio), que sufrieron heridas, pero sin riesgo

vital”.

Connotada actuación en las tareas de controlar

la explosión y posterior incendio le cupo a

las Compañías de Bomberos del sector,

particularmente a la Décima Compañía de

Bomberos “Bomba España” de Avenida Matta,

creando un lazo imperecedero que se mantiene

hasta hoy, haciéndose presente siempre para

esta fecha y también para la Navidad un cuerpo

de voluntarios de la bomba en las antiguas

dependencias del Hospital Manuel Arriarán.

La Sociedad Chilena de Anestesiología, cuyo

Presidente en ejercicio era precisamente el

Dr. Mario Torres Kay (fallecido en el accidente)

formó una comisión cuyo informe

“Condiciones

de seguridad para la administración de agentes

anestésicos volátiles y gaseosos”

presentado en

Asamblea el

17

de mayo de

1963

y cuyo estudio

demostró otros siete accidentes ocurridos en el

país hasta esa fecha, concluye:

“Sería absurdo

seguir usando ciclopropano sin tomar las

precauciones exigidas en otros países. La primera

medida por lo tanto parece obvia: suspender el

uso de ciclopropano”.

Se hizo notar que, en ese

tiempo en Chile, solo los hospitales privados de

Chuquicamata y Sewell cumplían con todas las

normas de seguridad de USA para el uso de

anestésicos y explosivos.

Este terrible accidente llevó a que se hiciera una

profunda revisión de los riesgos en un pabellón

de operaciones. Participaron en ella, el Ministerio

de Salud, el Servicio Nacional de Salud, Colegio

Médico de Chile, sociedades científicas,

asociaciones gremiales, Cámara de diputados

y el Senado.

Se prohibió el uso de ciclopropano en todos

los hospitales del país y se hizo una acuciosa

investigación de las causas de la explosión,

para que ello no volviera a repetirse. Como el