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visualizándose las llamas hasta doce cuadras de

distancia. Dentro del hospital, cunde el pánico

y llanto desconsolado en los más de

100

niños

hospitalizados en el servicio de Cirugía Infantil.

El pabellón y parte del tercer piso destrozados

y en su interior, catorce personas yacen heridos,

algunos de muerte o ya fallecidos.

El Dr. Alfredo Raimann N., fue uno de los pocos

que pudo sobrevivir con lesiones menos graves.

Al sobrevenir el estallido cayó al suelo y ello lo

salvó de una muerte cierta, las esquirlas pasaban

por arriba de su cuerpo. La tabla quirúrgica de ese

día consideraba

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operaciones.

La investigación no fue del todo concluyente,

pudo haber sido un defecto de la válvula de

uno de los balones de ciclopropano, con escape

de gas que al entrar en contacto con la

electricidad estática produjo la explosión o con

la chispa de un bisturí eléctrico. Aunque la

humedad de esos días hacía improbable un

fenómeno de electricidad estática.

Ya había información disponible que el

ciclopropano (fórmula química C

3

H6) es el

cicloalcano más simple, altamente inestable e

inflamable cuya fórmula molecular consiste de

tres átomos de carbono unidos entre sí formando

un anillo, y cada átomo de carbono está unido

a dos átomos de hidrógeno. Las uniones o

ligaduras entre los átomos de carbono son mucho

menos fuertes que una típica unión carbono-

carbono. Esto se debe al ángulo de

60

° entre

los átomos de carbono, que es mucho menor

que el ángulo normal de

109.5

° de las uniones

entre átomos con orbitales sp

3

híbridos. La

tensión en este ángulo debe ser sustraída de

la energía de unión normal C-C, por lo que el

compuesto químico resultante es más reactivo

que un alcano acíclico y otros cicloalcanos tales

como el ciclohexano y el ciclopentano. Desde el

punto de vista de la tolerancia era muy superior

al cloroformo, tan usado en esa época, pero

potencialmente muy peligroso. Siete accidentes

ocurridos en el país hasta esa fecha, el más grave

en abril de

1945

en el Hospital Salvador.

El recuento inicial era de cuatro fallecidos y doce

heridos, algunos de ellos con extrema gravedad,

luego fallecerían otros dos médicos...

Recuerda el Dr. Carlos Gutiérrez Ravello, joven

cirujano en esos tiempos:

“Observé al Dr. Alberto

Veloso N., jefe del Servicio integrado de

Cirugía Infantil (Cirugía, Ortopedia, Quemados)

apesadumbrado y con profundo dolor por los

desgraciados hechos que le tocó vivir. Definido por

los que le conocieron como el “Maestro y amigo

incomparable”, tendría muchas satisfacciones a

futuro, pero siempre teñidos de un manto de

tristeza. Sin embargo en su interior ya pensaba

como poder superar el infortunio y reorganizar

el servicio de Cirugía Infantil”.

El Dr. Alberto Salamon Igaz señalaba:

“Alberto

Veloso tuvo durante el transcurso de su vida

satisfacciones por todo lo que merecidamente

logró; pero también sintió el dolor profundo por

hechos que desgraciadamente le tocó vivir. Uno de

ellos fue la explosión del pabellón de operaciones

de nuestro querido Hospital Arriarán, que provocó

la muerte de cuatro jóvenes colegas y de dos

pequeños pacientes que estaban en el quirófano;

además de invalidar y lesionar gravemente a otros

dos colegas y a cinco auxiliares de enfermería.”

“Esta desgracia caló muy hondo en la sensibilidad