Manejo del dolor crónico: desafíos y tareas pendientes
Existe consenso sobre la necesidad de capacitar a los profesionales de la salud para ofrecer terapias físicas y psicológicas que mejoren la calidad de vida de los afectados.
El dolor representa una experiencia sensorial y emocional desagradable, vinculada a un daño real o potencial en un tejido. Cuando esta condición es recurrente, en ausencia de un daño tisular y extendiéndose por más de tres o seis meses, es descrita como dolor crónico. Incluso su intensidad puede no ser proporcional con la dolencia original.
Así lo califica la Asociación Mundial para el Estudio del Dolor, agregando que se trata de una patología multifactorial, que enlaza causas físicas y psicológicas, transformándose en uno de los motivos más comunes de consulta clínica. Por esta razón cobra relevancia disponer de nuevos procedimientos que contribuyan a mejorar la calidad de vida de los afectados.
El dolor forma parte de un sistema protector del organismo, actuando como una señal de alerta ante una lesión presente o inminente, por tanto se le atribuye una importante función para preservar o restaurar la integridad física. Sin embargo, en ocasiones también se puede experimentar dolor en ausencia de un daño tisular, e incluso, su intensidad puede no ser proporcional con el daño original. El componente genético también tiene un rol relevante, en cuanto a la percepción individual del dolor.
Dependiendo del criterio de diferentes sociedades científicas, se considera dolor crónico aquel que se extiende por más de tres o seis meses, representando un reto terapéutico, ya que incluye componentes físicos y psicológicos, como ansiedad, movilidad reducida, alteraciones del sueño y del apetito y depresión. Lo anterior disminuye la calidad de vida de quien lo padece e incrementa los índices de ausentismo laboral. Los dolores de origen articular, lumbares, fibromialgias y musculares son los de mayor prevalencia.
El manejo de los pacientes con dolor crónico es un problema global y, en Latinoamérica, se busca sumar conocimientos en el área y generar consensos terapéuticos. La cantidad de personas afectadas por algún tipo de dolor crónico asciende al 50 por ciento entre los mayores de 65 años, mientras que sobre los 80 años de edad alcanza al 85 por ciento de la población.
Según la Asociación Paraguaya para el Estudio y Tratamiento del Dolor, el manejo de este cuadro en forma individual o aislada es algo que se ha hecho siempre, pero su valoración como enfermedad es relativamente reciente, por lo que no existen suficientes profesionales de la salud expertos en este campo.
“Existen muchas estrategias para prevenirlo y combatirlo, que van desde la administración de analgésicos en distintas escalas hasta la neuromodulación. A pesar de todo, solo el diez por ciento de las personas que padecen dolor acceden a tratamiento”, detalla la Organización Mundial de la Salud. Por este motivo, es fundamental capacitar a los profesionales de la salud para ofrecer terapias no solo dirigidas a la esfera física, sino que también a nivel psicológico.
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