Cardiología
El optimismo ayuda a proteger la salud cardiovascular
Según la revisión, la evidencia clínica sugiere que los esfuerzos dirigidos a fomentar esta conducta, pueden servir como componentes valiosos para el manejo de patologías del sistema circulatorio.
Los aspectos psicológicos beneficiosos del bienestar, que incluyen emociones positivas, optimismo y la satisfacción con la vida, se consideran crecientemente como protectores contra factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular (ECV) y frente a la longevidad. Un gran número de publicaciones ha relacionado el bienestar positivo con una mejor salud cardiovascular, menor incidencia de ECV en poblaciones sanas y con disminuciones de resultados adversos en pacientes con la patología preexistente.
Esta revisión llevada a cabo por Nancy L. Sin de la Universidad Estatal de Pensilvania, examinó la evidencia disponible acerca del vínculo entre el bienestar positivo, la ECV y la mortalidad, centrándose en la investigación epidemiológica reciente, así como en hallazgos inconsistentes. Posteriormente, otorgó una visión general de los posibles mecanismos biológicos, conductuales y de amortiguación del estrés que pueden estar implicados.
La revisión mostró que entre las muchas funciones y beneficios del bienestar positivo, sus influencias para la salud cardiovascular y longevidad presentan oportunidades para reducir la carga de ECV. La evidencia de gran escala demuestra que esta conducta es protectora contra los factores de riesgo de ECV y la mortalidad. Adicionalmente, la asociación fue mediada por mejores comportamientos de salud (por ejemplo, actividad física, sueño, dieta sana, no fumar y adherencia a la medicación) entre personas con mayor bienestar. Otro hallazgo interesante es que esta actitud de vida está ligada a una mejor inmunidad y funcionamiento neuroendocrino y cardiovascular, y además reduce la reactividad frente al estrés. Sin embargo, la literatura posee resultados inconsistentes y lagunas clave en el conocimiento, incluida la escasez de estudios sobre muchos de los posibles mecanismos implicados.
En resumen, las intervenciones para mejorar la calidad de vida y potenciar la conducta del bienestar positivo o mantenerla frente al estrés, pueden tener el potencial de promover un funcionamiento fisiológico adecuado, comportamientos de salud favorables y reducir la incidencia de eventos cardiovasculares.
