¿Cuál es la porción correcta de una comida hipercalórica?
Existe una "autoregulación" dependiendo del peso y la densidad energética de los alimentos.
La densidad energética de los alimentos (DE, kcal/g) se refiere al contenido energético (kcal) de un peso determinado de alimento (g) y varía considerablemente entre ellos. Por ejemplo, el pepino y las nueces pecanas tienen una DE de 0,15 kcal/g y 7,26 kcal/g, respectivamente. Desde principios de la década de 1980, la bibliografía ha relacionado el exceso de ingesta de energía con la incapacidad de "compensar" las diferencias en la DE de las comidas, seleccionando comidas más pequeñas con una DE creciente.
Hallazgos dirigidos por la Universidad de Bristol replantean la antigua creencia de que los seres humanos son insensibles al contenido energético de los alimentos que consumen y, por tanto, son propensos a comer la misma cantidad de comida (en peso) independientemente de si es rica o pobre en energía.
Esta premisa se deriva de estudios anteriores en los que se manipulaba el contenido energético de los alimentos para crear versiones "bajas" y "altas" y que los participantes consumían sin saber cuál era cuál. Los resultados mostraban que tendían a comer comidas del mismo peso, lo que resultaba en un mayor consumo de calorías con la versión alta en energía.
Ahora, este supuesto se revierte. Existiría un grado de inteligencia nutricional por el que los humanos consiguen ajustar la cantidad que consumen de las opciones de alta densidad energética.
Para probarlo realizaron un ensayo en el que se utilizaron dietas normales y cotidianas con diferentes densidades energéticas. El equipo de investigadores internacionales, entre los que se encontraban expertos de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos, calculó las calorías, los gramos y la DE de cada comida que consumían los participantes.
Los resultados demostraron que la ingesta de calorías aumentaba con la densidad energética en las comidas pobres en energía, tal y como se había observado anteriormente con alimentos manipulados artificialmente. Sin embargo, se observó un punto de inflexión por el que las personas empiezan a responder a los aumentos de calorías reduciendo el tamaño de las comidas que consumen.
Esto sugiere una sensibilidad hasta ahora no reconocida al contenido energético de las comidas que las personas ingerían.
La investigación arroja pistas sobre el comportamiento alimentario de los seres humanos, en concreto sobre una aparente y sutil sensibilidad a las calorías.
