Medicina preventiva
Consumir verduras mantiene un cerebro más sano en adultos mayores
Estudios epidemiológicos prospectivos y en modelos de animales han encontrado asociaciones entre los hábitos alimenticios y los cambio cognoscitivos relativos a la edad y la demencia, que han incluido a los antioxidantes, la vitamina B y grasas. Es interesante examinar los componentes dietéticos para entender mejor los mecanismos bioquímicos subyacentes de las enfermedades e identificar los potenciales agentes terapéuticos, pero también es útil, especialmente desde la perspectiva de la salud pública, comprender las asociaciones a nivel de grupos alimenticios. Es mucho más simple el mensaje sobre el consumo de alimentos respecto un grupo que el mensaje de ingerir más o menos alimentos de forma individual, los que varían de comida a comida. Ya se han encontrado asociaciones para un número determinado de componentes con la declinación cognoscitiva relativa a la edad, incluyendo a tocoferoles (vitamina E), niacina, folato, vitamina B-12, y composición grasa.
Neurólogos del Instituto Rush (Chicago, Estados Unidos)) examinaron la relación cognoscitiva con la ingesta de frutas y verduras en adultos mayores. El estudio se centró en este tipo de alimentación, pues son fuentes ricas de alimentos antioxidantes y de compuestos bioactivos (vitamina E, vitamina C, carotenoides y flavonoides) y con baja cantidad de grasas saturadas. Los autores analizaron una cohorte de 3.718 participantes, mayores de 65 años de edad, a través una encuesta sobre alimentos que duró seis años. La función cognoscitiva se midió usando cuatro pruebas diferentes.
El promedio basal de los exámenes cognitivos para la población analizada fue de 0.18 (rango: -3.5 a 1.6), y el cambio medio total por año para la declinación era de 0.04 unidades estandardizadas. En los modelos ajustados según edad, sexo, raza y educación, en comparación con las personas del quintil más bajo de consumo vegetal (promedio 0.9 porciones/día), la pérdida de memoria y velocidad de pensamiento entre las personas del cuarto quintil (promedio, 2.8 porciones/día) fue más lenta: 0.019 unidades estandardizadas por año (p = 0.01). También se observó una ralentización de la caída en un 40%, y 0.018 unidades estandardizadas por año (p = 0.02), para el quinto quintil (promedio, 4.1 porciones/día). La asociación siguió siendo significativa (p = 0.02) con el control adicional de condiciones y de factores de riesgo cardiovasculares. La ingesta de frutas no tuvo relación con los cambios cognoscitivos.
En conclusión, un alto consumo de verduras pero no de frutas está asociado a un menor índice de declinación cognoscitiva en adultos mayores.
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