Neurología
Inmunoglobulina intravenosa es una opción para el síndrome pospoliomielitis
Varias décadas después de una poliomielitis aguda, los pacientes comúnmente desarrollan el síndrome de la pospoliomielitis (SPP), caracterizado por debilidad muscular, fatiga y dolor musculoesquelético. Se ha sugerido a la denervación como la razón más importante de la mayor debilidad muscular asociada a la infección por poliomielitis. Esta pérdida de inervación se trata de compensar mediante reinnervación a través de un aumento del tamaño de la unidad motora, aunque finalmente la reinnervación no puede continuar, provocando compensación insuficiente y una subsiguiente disminución de la fuerza muscular. El origen de la falta de inervación después de la fase aguda es confuso, sin embargo, los pacientes tienen aumentada la expresión del ARNm de las citokinas proinflamatorias en el líquido cerebroespinal, lo cual sugiere la presencia de un proceso inflamatorio. La producción o sobreproducción anormal de citokinas se ha asociado a daño del tejido nervioso, pera también existen otros efectos potenciales de las citokinas en el sistema neuromuscular, por ejemplo, pueden afectar la transmisión neuromuscular, lo que se ha propuesto como el mecanismo de fatiga en el síndrome pospoliomielitis, o directamente afectando la conducción de los nervios neuronales. Sin embargo, no hay estudios para conectar las reacciones inflamatorias con la transmisión neuromuscular.
Investigadores del Instituto Karolinska, Estocolmo, Suecia, analizaron los efectos clínicos del tratamiento con inmunoglobulina intravenosa durante tres meses en pacientes con síndrome de la pospoliomielitis mediante un ensayo de selección al azar, multicéntrico, doble-ciego y placebo-controlado. Se asignaron 142 personas aleatoriamente a 90g de inmunoglobulina intravenosa (N = 73) o a placebo (N = 69) durante 3 días consecutivos, repetidos 3 meses después. Los criterios de valoración primarios fueron fuerza muscular en un músculo seleccionado y calidad de vida según el cuestionario SF-36 (SF-36 PC). Los objetivos secundarios fueron la prueba de la caminata de 6 minutos (6MWT), prueba del equilibrio (TUG), fuerza muscular en músculos no elegidos como músculo de estudio, escala de actividad física (PASE), escala análoga visual (VAS) para el dolor, cuestionario de fatiga (MFI-20), equilibrio y calidad del sueño.
En comparación con los datos basales, la diferencia muscular promedio fue del 8.3% entre los pacientes que recibieron la inmunoglobulina y el placebo, a favor del grupo de tratamiento (p = 0.029). El SF-36 PC no se diferenció entre los grupos después del tratamiento (P = 0.321). Las diferencias en la escala de vitalidad (P = 0.042) y PASE (P = 0.018) favorecieron a la personas con inmunoglobulina. Tampoco existieron discordancias entre grupos para el MFI-20, el TUG, la fuerza muscular en los músculos no elegidos como el músculo de estudio, la 6MWT, el balance, y la calidad del sueño. No se observaron cambios significativos en dolor, según lo determinado por VAS. Sin embargo, los pacientes que presentaron dolor al comienzo del estudio mejoraron en el grupo de intervención pero no en el grupo placebo (P = 0.037). La inmunoglobulina intravenosa fue bien tolerada.
Finalmente, en base a la interpretación de los autores, la inmunoglobulina intravenosa puede ser una opción de apoyo al tratamiento para los pacientes con síndrome pospoliomielítico. Se recomiendan más estudios en otros grupos para verificar los efectos a largo plazo y la mejor dosificación.
Fuente bibliográfica
Lancet Neurol. 2006 Jun; 5(6):493-500