Terapia intensiva
Control de la glucosa en la UCI mediante protocolos reduce la mortalidad y disfunción orgánica
Con mayor frecuencia la literatura médica describe los resultados clínicos adversos asociados a la hiperglicemia. Situaciones clínicas en donde existe un deterioro del control glicémico suelen ir unidas a resultados deficientes que incluyen infarto al miocardio y síndromes coronarios agudos, accidente vascular encefálico, infecciones postoperatorias y trauma. Un reciente análisis de 1826 pacientes admitidos en una unidad de cuidado intensivo (UCI) demostró que la mortalidad en el hospital estuvo fuertemente asociada al control glicémico. Niveles anómalos de glucosa entre 80 y 99 mg/dL pueden producir una mortalidad del 9.6% en los hospitales; lo que aumenta al 12.5% en pacientes con niveles de glucosa de 100 a 119 mg/dL y llega a ser tan alto como un 42.5% en aquellos que excedan los 300 mg/dL. En general, son pocos los datos referentes al tratamiento de la hiperglicemia asociada a una enfermedad crítica. Van den Berghe y colaboradores trataron a pacientes postoperados bajo ventilación mecánica con un protocolo glicémico intensivo para mantener la euglicemia, estrategia que dio lugar a una reducción del 34% en la mortalidad intrahospitalaria y a una disminución del 40% al 50% de la disfunción sistémica orgánica, así como la necesidad de trasplante renal, de transfusión sanguínea y de polineuropatía crítica. Posteriormente, Furnary y colegas revisaron sus experiencias con el uso de insulina intravenosa continua en pacientes diabéticos después de una cirugía cardiaca reportando que la mortalidad era al menos la mitad al compararla con una serie anterior de pacientes tratados solamente con insulina subcutánea.
Para el Dr. James S. Krinsle (Hospital de Stamford, Stamford, Estados Unidos), el efecto del manejo intensivo de la glucosa a través de protocolos en pacientes adultos críticamente enfermos aún no se ha descrito previamente. Él estudió a 800 pacientes admitidos después de la puesta en práctica del protocolo (grupo de intervención, entre febrero de 2003 y de enero de 2004) y a 800 pacientes admitidos inmediatamente antes del protocolo (grupo de control, entre febrero de 2002 y enero de 2003). El protocolo implicó la supervisión y el tratamiento intensivo para mantener valores de glucosa plasmática bajo los 140 mg/dL. La insulina intravenosa fue utilizada si la glucosa excedía los 200 mg/dL en 2 ocasiones sucesivas.
Los resultados del Dr. Krinsle, después de la institución del protocolo, indicaron que el valor promedio de glucosa disminuyó de 152.3 a 130.7 mg/dL (P < 0.001), con una marcada reducción del 56.3% para los valores iguales o mayores a 200 mg/dL, sin un cambio significativo en la hipoglicemia. También disminuyó en un 75% (P=.03) la presencia de insuficiencia renal y un 18.7% (P=.04) el número de pacientes que necesitaron transfusión. Por último, la mortalidad hospitalaria bajó un 29.3% (P=.002) y las estadías en la UCI un 10.8% (P=.01).
El estudio concluye que el protocolo permitió controlar significativamente la glucosa y estuvo asociado a considerables bajas de mortalidad, de disfunción orgánica y a menores tiempos en la UCI para una población heterogénea de pacientes críticos. Estos resultados apoyarían la adopción de este tipo de intervención como una base estándar en el cuidado crítico.
Fuente bibliográfica
Mayo Clin Pro. 2004; 79(8):992-1000