Cirugía
Los hipolipemiantes reducen notoriamente el riesgo de muerte después de una cirugía mayor
Aproximadamente 24 millones de operaciones quirúrgicas se realizan cada año en los hospitales de Estados Unidos y se estima que cerca del millón se complica por un acontecimiento cardiovascular postoperatorio. El infarto al miocardio después de la cirugía es un evento temido que se asocia a prolongada estancia hospitalaria, a morbilidad considerable, y a tasas de mortalidad que varían de un 25% hasta un 40%. Entre aquellos pacientes que experimentan cirugía importante no cardiaca, la incidencia total de infarto al miocardio posquirúrgico es del 2% al 3%, y dentro de las poblaciones de riesgo elevado, tal como los pacientes que experimentan cirugía vascular, las tasas pueden ser tan altas como del 34%. Aunque los instrumentos de predicción clínica han mejorado la capacidad para detectar a los pacientes en riesgo de acontecimientos cardiacos posquirúrgicos, estrategias eficaces de prevención siguen siendo limitadas. El manejo de la emergencia postoperatoria mediante beta bloqueadores aparece como el mayor avance terapéutico, aunque índices de complicaciones cardiovasculares posquirúrgicas entre pacientes de alto riesgo y tratados con beta bloqueadores puede alcanzar el 16%. Por lo tanto, todavía se necesitan de modalidades adicionales de prevención para mejorar la seguridad y los resultados después de la cirugía.
La terapia con fármacos reductores de los niveles de colesterol se considera una piedra angular en la prevención primaria y secundaria de la enfermedad cardiovascular. Además de inhibir el desarrollo de las placas ateroscleróticas a través de la reducción del colesterol sérico los hipolipemiantes son anti-inflamatorios, pueden mejorar la coagulación y la función endotelial, produciendo un efecto de estabilización sobre las débiles placas. Estas características pueden ser especialmente beneficiosas en el período posquirúrgico porque la disrupción de las placas sería responsable de la mayoría de los casos de infarto al miocardio posquirúrgico. Por lo anterior, médicos del Baystate Medical Center de Springfield (Estados Unidos), intentaron determinaron si el uso de medicación para la disminución de los lípidos estaría asociado a mortalidad reducida entre pacientes con cirugía mayor no cardiaca.
Los datos obtenidos de esta investigación, se basaron en el estudio de 780.591 pacientes sometidos a cirugía mayor en Estados Unidos durante el 2000 y el 2001, de 18 o más años de edad. Solamente los pacientes que sobrevivieron al menos al segundo día de hospital fueron incluidos. La terapia de disminución lipídica fue definida como el uso durante los primeros 2 días de hospital. Un total de 77.082 pacientes (9.9%) fueron tratados con un hipolipemiante, de estos, 70.159 (el 91%) recibieron estatina sola o en combinación con un agente no estatínico. La mortalidad en el hospital fue el principal resultado a evaluar.
Respecto de los pacientes, sólo un 3% (23.100) falleció durante el postoperatorio. El tratamiento con agentes hipolipemiantes fue asociado a una mortalidad más baja (2.13% contra 3.05%, P<0.001), tasa que fue menor de forma estadísticamente significativa. 1.595 pacientes (2.18%) tratados con los fármacos reductores de colesterol fallecieron comparado con 4.158 pacientes (3.15%) que no recibieron terapia o en quienes el tratamiento fue iniciado después del segundo día (P<0.001). De acuerdo con el ajuste de los riesgos, el número necesario a tratar para prevenir una muerte postoperatoria fue de 85 (95% de IC, 77-98) y varió a partir de 186 en pacientes con riesgo más bajo a 30 en aquellos con índice de riesgo cardiaco 4 o más. En un análisis complementario, ajustando según quintil, el efecto significativo del tratamiento persistió (0.67-0.75).
Es así, como los investigadores concluyen que el manejo de pacientes en el periodo preoperatorio con fármacos reductores del colesterol y más específicamente con estatinas, pueden reducir significativamente el riesgo de muerte posterior a una cirugía mayor. Aunque el requerimiento de trabajos clínicos resultarán muy necesarios para poder confirmar dicha observación y determinar también con exactitud el tiempo óptimo y duración de la terapia.
Fuente bibliográfica
JAMA 2004 May 5; 291(17):2092-9