Fractura de cadera
Un adecuado manejo geriátrico disminuye la mortalidad y la morbilidad en pacientes ancianos después de una cirugía de cadera
La fractura de cadera es un trauma frecuente entre las personas de avanzada edad, causando en la mayoría de las veces inhabilidad, debilitación funcional y en casos más extremos, la muerte. La población mundial envejece, el número de personas con más de noventa años aumenta, lo cual el riesgo de sufrir fractura de cadera por osteoporosis, también crece. Es más, en poblaciones extremadamente longevas, ya se han observado altas tasas de morbilidad y mortalidad después de una fractura de cadera. El declive de la funcionalidad debido a una hospitalización ha sido atribuido a múltiples causas y por tanto, los beneficios de un manejo geriátrico multidisciplinario para reducir los peligros de las complicaciones post operativo han sido evaluados positivamente, incluso para estos pacientes con fractura de caderas.
Asumiendo que una evaluación geriátrica comprensiva puede reducir el impacto adverso de la hospitalización en pacientes mayores, médicos españoles (Unidad de Geriatría del Servicio de Medicina Interna del Hospital de Llobregat y del Servicio de Trauma y Ortopedia del Hospital Clínico de Barcelona) se plantearon como objetivo determinar, en un estudio prospectivo de tres meses, la mortalidad y morbilidad de una cohorte de pacientes nonagenarios después de haberse sometido a una cirugía de fractura de cadera.
Se admitieron 106 pacientes quienes fueron tratados quirúrgicamente por fractura del cuello femoral. Del total, 75 pacientes sobrevivieron, todos recibieron una amplia asistencia geriátrica, teniendo un seguimiento con controles durante 3 meses. La mortalidad y el estado funcional fueron evaluados utilizando el índice de Barthel (BI) y para la morbilidad, los ítems considerados fueron la capacidad de movimiento independientemente, el estado residencial y el grado de dolor residual.
Los resultados demostraron una mortalidad del 10% en el hospital y de un 20% acumulado al tercer mes de control. De los 75 pacientes, 53 mostraron una persistente disminución del índice de Barthel (BI), comparado con su anterior BI previo a la fractura de cadera. La caída del BI después de 3 meses persistió en el 91% de los pacientes. Antes de la lesión, el 11% de las personas estaban viviendo en sus casas, mientras que el 45% se estableció en su hogar tres meses más tarde. El 54% era independiente antes de ocurrida la fractura y sólo el 16% conservó esta condición a los 90 días, el 12% de los que sobrevivieron fue incapaz de retornar a su vivienda. Este resultado puede ser explicado en parte, por el alto nivel de soporte familiar que todavía se presenta en la sociedad. Por otro lado, el alto predominio de demencia en los pacientes estudiados podría explicar probablemente el elevado porcentaje de delirio encontrado (36%).
Finalmente, los resultados sugieren que, en base a la baja mortalidad prequirúrgica y la aceptable morbilidad, un tratamiento quirúrgico en pacientes nonagenarios con fracturas de cadera, está indicado en aquellos que previamente hayan sido correctamente seleccionados. Debe recalcarse, según los autores, que la fractura de cadera en estas personas todavía causa una reducción substancial en sus capacidades de movimiento y de las diferentes actividades de cada día. Estrategias específicas deben ser puestas en ejecución para prevenir el riesgo de fracturas de cadera, por ejemplo el uso de protectores de cadera, puede ser útil en la reducción de su incidencia en personas de alto riesgo.
Fuente bibliográfica
Gerontology 2003; 49(1): 41-45