Salud pública
Comorbilidad: importancia e implicaciones de la atención médica a nivel primario
Una de las consecuencias del éxito de los servicios médicos preventivos y curativos ha sido el aumento de grados de comorbilidad en la población, es decir, la co-ocurrencia de enfermedades sin relación aparente. Se esperaba que los aumentos en supervivencia dieran lugar a un aumento en la ventaja residual de las personas, pero así como también, una vulnerabilidad creciente a enfermedades adicionales. La comorbilidad ha generado nuevos desafíos a los servicios de salud, los cuales se habían enfocado tradicionalmente a manejar enfermedades individuales y con poca colaboración entre los médicos de atención primaria y médicos especialistas, de hecho, una reciente investigación sobre tal colaboración, encontró solamente 7 estudios. Aunque la literatura es limitada respecto al tema, la evidencia ha ido demostrando que la comorbilidad es una característica emergente en todas las poblaciones, por ejemplo, en 1984, el 35%, el 47% y el 53% de hombres de edades de 60 a 69, 70 a 79, y 80 años y más, respectivamente, tenían condiciones de 2 o más enfermedades crónicas, por lo tanto su impacto es considerable.
El propósito de un artículo realizado por investigadores de la escuela de salud pública de la universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Estados Unidos, fue aclarar sobre los patrones de cuidado para la gente con comorbilidad y los grados de cómo estos variaban. En detalle, se intentó examinar el papel del médico general y del especialista cuando atendían a individuos con grados variables de comorbilidad, con el objetivo de determinar el lugar requerido por los pacientes, a la hora de solicitar un servicio médico.
Los datos de las necesidades médicas de los pacientes (excluidos el adulto mayor) fueron clasificados según diagnóstico y grado del comorbilidad, utilizando la escala conocida como “Johns Hopkins Adjusted Clinical Groups”, para estudiar variaciones de comorbilidad y de utilización de recursos. Las atenciones de pacientes (adultos y niños) para 11 enfermedades crónicas, tales como la hipertensión, asma, diabetes y esclerosis entre otras) fueron clasificadas si estos eran atendidos por médicos de atención primaria o por especialistas, y si habían implicado las condiciones seleccionadas u otras menos comunes.
Los resultados del estudio demostraron que la comorbilidad varió dentro de cada diagnóstico y el uso del recurso dependió más bien del grado de comorbilidad que del diagnóstico. Cuando se estratificó por grados o grupos (sin, baja, media y alta comorbilidad), el número de atenciones para las 11 condiciones de comorbilidad superó también al número de visitas del llamado “índice de condición” (índice o relación entre las 11 patologías y enfermedades no tan comunes) en casi todos los grupos, para ambos tipos de médicos, primarios y especialistas. El número de visitas a médicos de nivel primario para la condición de “índice” y para condiciones de comorbilidad, excedió casi invariable al número de visitas de especialistas. Estos patrones difirieron sólo para condiciones infrecuentes en las cuales los especialistas desempeñaron un mayor rol en el cuidado, pero no para condiciones de comorbilidad.
Finalmente, atenciones con altos grados de comorbilidad en una población no anciana, el manejo médico de una sola enfermedad no parece ser prometedora como estrategia de cuidado de los pacientes. En contraste, la carga recae en médicos de atención primaria a la hora de proporcionar la mayoría de los cuidados de salud y no solamente para una condición determinada si no que para otras enfermedades relacionadas. Las necesidades del cuidado médico hacia un paciente integral parece ser una estrategia más prometedora que el cuidado orientado a enfermedades individuales. Los nuevos paradigmas sobre el cuidado del paciente, reconocen patrones reales de comorbilidad, así como tan bien, la necesidad de una estrecha coordinación entre generalistas y especialistas.
Fuente bibliográfica
Ann Fam Med 2003; 1(1): 8-14