Errores trágicos
Excesivo consumo de líquidos en los atletas puede llegar a ser fatal
El recuerdo de que una participante femenina murió de encefalopatía hiponatrémica en la maratón de Boston del 2002, luego de haber injerido excesivos volúmenes de una bebida deportiva, antes y durante la carrera, ha reabierto y expuesto una emotiva discusión, la cual ha perdurado por más de un par de décadas. En la edición del 19 de julio de 2003, un artículo del British Medical Journal (BMJ) advierte sobre las recomendaciones que los deportistas deberían de tener en cuenta a la hora de ingerir líquidos durante el ejercicio o competencia, más aún cuando un estudio de 1969, muy influyente entre los atletas, aseguraba que ingerir la mayor cantidad posible de líquido al practicar un deporte, aumentaba considerablemente el rendimiento.
El autor de la editorial del BMJ, Timothy D. Noakes, de la Universidad de Ciudad del Cabo en Sud África, expone que todo el mundo sospechaba de la falsedad de este artículo, pero que el error ha causado una gran cantidad de muertes entre muchos deportistas y militares que realizaban fuertes actividades físicas, lo cual había sido ignorado durante más de 30 años. Inmediatamente después de la publicación del artículo en cuestión, se pusieron en marcha numerosas investigaciones en relación al tema de la bebida durante la práctica del deporte. Agravando más la situación histórica, se aseguraba que la mayoría de los atletas tenían requerimientos muy parecidos en cantidad, por lo que era posible ir desarrollando guías universales sobre las indicaciones de las cantidades que se deberían de tomar en momentos determinados durante el transcurso de una prueba deportiva. Estos deportistas estaban advertidos de que tenían que reemplazar todo el líquido perdido al sudar, a través del consumo máximo tolerado, cantidad que oscilaba entre los 0.6 a 1.2 litros. Pero estas ideas carecían totalmente de algún tipo de evidencia científica.
Los primeros reportes de encefalopatía hiponatrémica en atletas, personal del ejército y excursionistas aparecieron poco después del cambio a este nuevo axioma “beber la máxima cantidad que pueda ser tolerada”. Hasta la fecha, más de 250 casos con esta condición se han descrito en la literatura médica y probablemente representan una pequeña proporción de todos los sucesos. Ante esto, es fundamental proteger a todos los deportistas contra una condición patológica prevenible, de manera racional, promocionando evidencias basadas en literatura con alto rigor científico.
Noakes y sus colegas recomiendan consumos que deberían abarcar entre los 0.4 y los 0.8 litros por hora en muchos deportes de recreación y ejercicios competitivos, cantidad que también ha sido reconocida y aceptada por la Asociación de Atletismo de los Estados Unidos. Quizás el mejor consejo, según los autores, es beber conforme a los dictados personales o cuando la sed lo dicte, lo que parece ser lo más seguro y eficaz.
Fuente bibliográfica
BMJ 2003; 327:113-114