Mortalidad Infantil: todavía mucho por hacer
La revista The Lancet, en sus números del 28 de junio, 5 y 12 de julio de 2003, publicó una serie de artículos – Child Survival - que renuevan nuestra preocupación respecto del tema. Es cierto que el descenso en las tasas de mortalidad se logró mediante tecnología de punta, nuevas vacunas y rápidos métodos diagnósticos que han resultado ser positivos. Pero lejos de llegar a grandes áreas de la humanidad, sus mayores alcances se han visto restringidos principalmente a países que cuentan con recursos.
Continúa abriéndose la brecha de la salud pública, convirtiéndose en un gran abismo entre los medios médicos disponibles y su aplicación a quienes más lo necesitan: las madres y niños más desfavorecidos, que están concentrados en los 42 países más pobres del mundo.
Estos artículos de la revista inglesa informan que el fomento de la lactancia materna, que recibe el 90% de los lactantes, es la única intervención en salud que tiene algún grado de implementación apreciable en estos países. Sin embargo, más del 30% de estos mismos niños no recibe la vacuna antisarampión, más aún, sólo el 2% logra dormir bajo una mosquitera para evitar la malaria.
Otra cifra mencionada es la baja cobertura alcanzada con la vacuna antidifteria - antitetánica, que llega a menos del 50% de los niños en los países Africanos (al sur del Sahara) y Sudasiáticos, en los últimos 9 años.
Según The Lancet, el primer paso para corregir esta realidad y tendencia a futuro, es identificar las causas de por qué somos incapaces de mejorar la cobertura sanitaria en los países más pobres.
Lo importante es generar soluciones que estén de acuerdo a cada realidad, a cada comunidad. Ya que las vacunaciones, el empleo de materiales y los insecticidas contra el vector de la malaria, o bien, la educación específica para mejorar el estado nutricional infantil, está condicionado por la geografía, la cultura y la organización social de cada comunidad. De esta manera toda planificación y estrategia, si no toma en cuenta estos factores, puede resultar un fracaso.
Los programas para mejorar la sobrevivencia de la población infantil, deben estar basados en estrategias de reparto eficaces y equitativas, que consigan alcanzar a los niños más necesitados.
Finalmente, y para el largo plazo, es necesario que el mundo económicamente más estable y fuerte, sea capaz de impulsar el desarrollo de los sistemas de salud de estos países menos favorecidos.
The Lancet concluye y subraya la necesidad de abandonar la idea de que la misma planificación de salud es aplicable a todos. En definitiva, la mortalidad infantil de la humanidad más pobre necesita de un “traje a la medida”, si queremos rescatar a todos esos niños para el futuro de nuestro contradictorio planeta.
Fuente bibliográfica
Lancet 2003; 361:2226-34
Lancet 2003; 362:65-71
Lancet 2003; 362:159-64