Estudio DIRECT
Dietas bajas en carbohidratos y mediterránea son más eficaces
El espectacular aumento de la obesidad en todo el mundo sigue siendo bastante grave y pone de relieve la urgente necesidad de probar la efectividad y seguridad de la variada gama de dietas utilizadas para bajar de peso. Constantemente se han comparado las dietas con bajas concentraciones de carbohidratos, alto porcentaje de proteínas y más contenido de grasa (referido como niveles bajos de carbohidratos) versus dietas bajas en grasas y con pocas calorías. Un metanálisis de cinco ensayos con 447 participantes y una reciente investigación de no más de 1 año que involucró a 311 mujeres obesas sugirieron que los esquemas basados en bajas concentraciones de carbohidratos son una alternativa viable a las dietas con pocas grasas para producir pérdida de peso y poder tener efectos metabólicos favorables. También se sabe que las dietas mediterráneas con cantidad moderada de grasas y alta proporción de ácidos grasos monoinsaturados proporcionan beneficios cardiovasculares. Recientes análisis señalan que la dieta mediterránea es beneficiosa para la pérdida de peso, sin embargo, este efecto positivo no se ha demostrado concluyentemente.
El Estudio DIRECT (Dietary Intervention Randomized Controlled Trial) llevado a cabo con 2 años de intervención dietética comparó la eficacia y seguridad nutricional de tres protocolos: bajo contenido de materias grasas (restricción calórica), mediterránea (restricción calórica) y uno con bajo contenido de carbohidratos (sin restricción calórica). Se asignaron aleatoriamente 322 sujetos moderadamente obesos (edad media, 52 años, con índice de masa corporal promedio de 31; sexo masculino, 86 %) a uno de los tres tipos dietas.
La tasa de adherencia al estudio fue 95,4% a 1 año y 84,6% a los 2 años. El grupo de la dieta mediterránea consumió mayores cantidades de fibra y presentó una relación más alta de grasas monoinsaturados versus saturadas (P < 0,05). El grupo con bajo contenido de carbohidratos ingirió menor cantidad de hidratos de carbono y mayores cantidades de grasa, proteínas y colesterol, además, tuvo el porcentaje más alto de participantes con cetonas urinarias (P < 0,05). El promedio de peso perdido fue de 2,9 kg para el grupo con bajo contenido de materias grasas, 4,4 kg para la dieta mediterránea y 4,7 kg para el grupo con menor contenido de carbohidratos (p < 0,001); entre los 272 participantes que finalizaron la intervención, los promedios de pérdida de peso fueron 3,3 kg, 4,6 kg y 5,5 kg, respectivamente. La reducción relativa de la relación entre colesterol total y colesterol HDL fue de 20% en el grupo con baja cantidad de carbohidratos y 12% en aquellos con menor contenido de grasas (p = 0,01). Entre los 36 sujetos con diabetes, los cambios en la glucosa plasmática en ayuna y en los niveles de insulina fueron más favorables en los asignados a la comida mediterránea que entre los asignados a la dieta baja en grasas (P < 0,001).
Se concluye que las dietas mediterráneas y bajas en carbohidratos pueden ser alternativas eficaces a los regimenes que consideran pocas concentraciones de grasas. Los efectos favorables sobre los lípidos (esquemas bajos en carbohidratos) y el control glucémico (dieta mediterránea) sugieren la posibilidad de adaptar individualmente las intervenciones dietéticas según las preferencias personales y las consideraciones metabólicas.
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