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07 Julio 2003

Estudio multicéntrico

El tratamiento de la depresión mejora la calidad de vida pero no reduce la mortalidad en pacientes infartados

La prevalencia de pacientes con depresión mayor o menor luego de un infarto al miocardio es cercana al 20 y 27% respectivamente. El tratamiento de este cuadro clínico, ayuda a aliviar los síntomas de la depresión y mejora la integración social, pero no previene el riesgo de reinfarto ni de muerte. Esta es la conclusión de un estudio multicéntrico que es avalado por el Instituto National del Corazón, Pulmón y Sangre (NHLBI) de Estados Unidos.

El estudio ENRICHD (Enhancing Recovery in Coronary Heart Disease Patients Study) constituye la primera gran investigación que ha evaluado los efectos del tratamiento de la depresión, que afecta a aproximadamente una cuarta parte de los pacientes infartados. Los investigadores utilizaron los datos del estudio ENRICHD, que valoraba la recuperación de los pacientes con enfermedad coronaria.

Incluyó a 2.481 pacientes que presentaban depresión y/o recibían poco apoyo social en los primeros 28 días posteriores al infarto. El estudio se realizó en 73 centros entre 1996 y 2001, que fueron asignados a recibir terapia cognitiva o los cuidados habituales. La mitad recibió consejo psicológico y terapia conductual durante 6 meses, mientras que la otra mitad recibió sólo el tratamiento médico convencional. Todos fueron sometidos a pruebas para medir el grado de depresión y apoyo social, y aquellos con depresión grave recibieron tratamiento farmacológico para la misma.

El análisis de los resultados, puso de manifiesto que la mejoría en la integración psicosocial a los seis meses favorecía al grupo que había recibido terapia farmacológica. Tras un seguimiento de 28 meses, no había diferencias significativas en la supervivencia libre de eventos entre los pacientes con cuidados habituales (75,9%) y los que recibieron intervención psicosocial (75,8%). Tampoco hubo diferencias en la supervivencia entre los tres subgrupos (depresivo, bajo apoyo social y ambos) que componían cada grupo.

Si bien ambos grupos experimentaron una disminución de los síntomas depresivos y de aislamiento, no se registró una mejor tasa de supervivencia asociada a la terapia para la depresión, pues aproximadamente el 24% había fallecido al cabo de 3 años en ambos grupos.

Los autores de este estudio concluyen que la terapia cognitiva conductual ayuda a los pacientes que han sufrido un infarto de miocardio a sobre llevar mejor la depresión, pero la intervención no mejora la supervivencia ni reduce el riesgo cardíaco. A pesar de estos resultados, los autores consideran que la investigación demuestra que el tratamiento antidepresivo mejora la calidad de vida de los pacientes.

Fuente bibliográfica

JAMA 2003;289:3106-3116

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