Séptimo reporte JNC
Reciente informe propone una estrategia más agresiva en prevención, detección y tratamiento de la hipertensión arterial
El Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre (NHLBI) de Estados Unidos ha hecho públicas las nuevas directrices para prevención, detección y tratamiento de la hipertensión arterial, en las cuales se establecen categorías de presión arterial alterada, incluyendo un nuevo grado denominado "prehipertensión".
Las directrices, establecen los pasos a seguir para el diagnóstico y tratamiento de los pacientes y recomiendan el uso de diuréticos como parte del plan de tratamiento para la mayoría de pacientes hipertensos.
Así desde 1997, año de publicación de las anteriores directrices, se ha aprendido mucho acerca del riesgo de hipertensión y del curso de la enfermedad. El riesgo de hipertensión de los norteamericanos a lo largo de su vida es mucho mayor de lo que se pensaba. Sin ir más lejos, los actuales análisis permiten afirmar que aquellos que no son hipertensos, a los 55 años tienen un 90% de riesgo de desarrollar la enfermedad más adelante.
El reporte de este Instituto añade que el daño en las arterias comienza con cifras tensionales más bajas de lo que se pensaba, es decir, con valores considerados hasta ahora normales u óptimos. Se señala que el riesgo de enfermedad cardiovascular comienza a aumentar a partir de 115/75 mm Hg, lo que significa que el peligro comienza mucho antes de que las personas, aun bien controladas, comiencen a recibir tratamiento.
Así enfatizan que, a menos que se tomen medidas preventivas, la rigidez y otros daños en las arterias empeoran con la edad y hacen que la hipertensión sea cada vez más difícil de tratar. La nueva categoría de prehipertensión refleja este riesgo y se espera que estimule a la población a tomar medidas preventivas precozmente.
Entre los nuevos aspectos importantes que incluyen las directrices, se encuentra la categoría de “prehipertensión”, definida como cifras de PAS 120-139 y PAD 80-89 mm Hg. Cifras inferiores se consideran normales, y superiores son ya definitorias de hipertensión.
No resulta recomendable, señalan, un tratamiento farmacológico para tratar la prehipertensión a menos que se requiera por la presencia de otras enfermedades, como diabetes o enfermedad renal crónica. Sin embargo, el informe recomienda cambios en el estilo de vida para disminuir los riesgos, entre ellos perder peso, practicar ejercicio, limitar el consumo de alcohol, seguir una dieta sana reduciendo la ingesta de sal y abandonar el tabaco.
Las recomendaciones sobre tratamiento farmacológico se simplifican y refuerzan. Aconsejado utilizar un diurético, solo o en combinación con un fármaco de otra familia, ya sea inhibidores ECA, bloqueadores del receptor de angiotensina, beta bloqueadores e inhibidores de los canales de calcio como parte de la terapia en la mayoría de pacientes. Así, el reporte finaliza señalando que los diuréticos son poco utilizados pese a que los estudios han demostrado su eficacia a la hora de prevenir complicaciones cardiovasculares. Además recuerdan que la mayor parte de hipertensos necesita dos o más fármacos para alcanzar cifras tensionales óptimas.
Fuente bibliográfica
JAMA 2003; 289:2560-2572
JAMA 2003; 289:2573-2575