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Antiinflamatorios no esteroideos (AINEs)
Son la primera línea de tratamiento y con una buena respuesta clínica (60 a 85%). Actúan me-
diante la inhibición a las enzimas ciclooxigenasa, disminuyendo la formación de prostaglandinas.
No hay evidencia de que un AINEs específico sea más eficaz que otro, sin embargo, el ibuprofeno y
el naproxeno podrían ser mejores opciones por costo y preferencia de los pacientes. Para lograr la
máxima efectividad, los AINEs se deben iniciar junto a las primeras manifestaciones clínicas (dolor,
náuseas, inicio del sangrado), con horario, por 1 a 2 días según el ciclo de dolor.
Anticonceptivos hormonales combinados (ACO)
Son el tratamiento de elección para aquellas adolescentes que, además, desean anticoncep-
ción, y también cuando el tratamiento con AINES no es satisfactorio. Los ACO son muy eficaces
en el manejo de la dismenorrea, con un 70 a 90% de éxito, inhiben la ovulación, disminuyen el
volumen del endometrio y la producción de PG. El efecto terapéutico máximo puede verse después
del 3º mes de uso.
Efectos similares se logran con los distintos métodos anticonceptivos hormonales: transdérmi-
cos, intravaginales, dispositivos intrauterinos liberadores de progesterona, etc.
Siempre tener en consideración las contraindicaciones de los anticonceptivos hormonales.
Terapias alternativas o complementarias
Estimulación Eléctrica Transcutánea (TENS) ha demostrado ser segura y efectiva para el alivio
del dolor, disminuyendo la sintomatología en un 42% de los casos, lo que se potencia si se asocia
a ibuprofeno.
Calor local: método fácil y no invasivo. Existen parches que se adhieren a la ropa interior y
proporcionan calor en la región pelviana baja. Pequeños estudios muestran una reducción signi-
ficativa de la intensidad de la dismenorrea al usar este método.
Modificaciones del estilo de vida: El ejercicio, la dieta vegetariana y la disminución en el con-
sumo de grasas podría ser útil para el manejo del dolor.
Resumen
La dismenorrea primaria es un problema de salud de alta prevalencia, que significa una dismi-
nución de la calidad de vida, ausentismo escolar y laboral de la paciente.
La prevalencia de la enfermedad puede estar subestimada incluso por la misma paciente
debido a aspectos culturales relacionados con el dolor menstrual, por lo tanto, es conveniente
interrogar en forma dirigida por el síntoma.
Su diagnóstico requiere sólo una adecuada historia clínica y un examen físico normal, donde
el examen pelviano no es necesario en una primera consulta.
Considerando que el tratamiento de primera línea son antiinflamatorios no esteroidales, no es
conveniente retrasar el manejo de los síntomas en espera de una evaluación por el subespecialista.
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