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12

noviembre

2016.

Volumen

15

-

N

°

66

grupo que lo acompañábamos, donde habíamos

2

estudiantes. Recuerdo que debíamos ir a

centrifugar al Laboratorio Central del Hospital

Arriarán, usar el contador de centelleo del

Centro de Energía Nuclear y para las reuniones

instalábamos un pizarrón en uno de los mesones

del laboratorio. Ese tiempo pasado no fue mejor,

pero el esfuerzo y la perseverancia dieron sus

frutos.

Se preocupó usted entonces de conseguir cargos,

y pidió que fueran para laboratorio. Es otro punto

que siempre comento: su valoración real por los

profesionales no médicos y su empeño por lograr

una interacción básico-clínica.

Y luego, con la casa ya funcionando, formando

becados clínicos y recibiendo nuevos tesistas,

abrió las puertas con proyectos como el Programa

de Desarrollo, que incorporó a los alumnos de

Medicina e invitó a hacer investigación y apoyó a

otros grupos: nefrólogos, hematólogos, obstetras

y posteriormente endocrinólogos de adultos y

matronas. No sólo ofreció espacio, infraestructura

y equipamiento, sino también su tiempo y

experiencia y ante la falta de espacio no dudó en

compartir su oficina de Director.

Como Director o sin la calidad de tal siempre lo

sentimos cercano. Las mañanas más dedicadas a

los pacientes y la clínica y las tardes al laboratorio.

Recuerdo los almuerzos en el mesón largo o

en el vecindario, los café a media mañana, los

experimentos con ratones, los pasos por columnas,

las discusiones de casos clínicos y de protocolos,

los proyectos e informes, las solicitudes,

formularios y cartas varias y tantas conversaciones,

ideas y análisis sobre el laboratorio y la

universidad. Y paseos, celebraciones y también

momentos de pesares y de reflexiones. Somos

muchos los que le confiamos más de alguna

de nuestras inquietudes, y siempre nos alentó.

Su preocupación por las personas la quiero

graficar en

2

situaciones: una cuando al notar

desmotivación a fin de año me dijo: yo le regalo

a esta persona y tú podrías regalarle a esta

otra, y así se formó una red. Y la otra situación,

cuando después de un viaje a

EE.UU.

, además

de las nuevas ideas que siempre nos planteaba

después de unos días de ausencia, trajo en su

maleta la cafetera amarilla de

5

litros.

Otra característica que me gustaría destacar es

su gran respeto y lealtad hacia las autoridades,

tanto de la Universidad como del Hospital y

Servicio de Salud, y me consta que no siempre

ha estado de acuerdo con ellas, pero sí dispuesto

a colaborar y aportar y se empeñó porque como

grupo universitario insertó en el Hospital

cooperemos y participemos de su misión.

Por otra parte, nunca lo vi desanimarse en

momentos complicados por escasez de recursos,

ausencia de personal (doy fe de su muy buena

acogida a las licencias maternales), resultados

contradictorios, respuestas desfavorables,

tensiones laborales, pero sí muy preocupado

por los conflictos de relaciones humanas, los

que siempre trató de evitar o subsanar.

Otra gran cualidad es hacernos sentir partícipes.

Hiciera usted el

10

o el

100

%, siempre ha dicho

presentemos este proyecto, hablemos con fulano,

escribamos esta carta, conseguimos estos fondos.

Y en el momento de hacerlo, ahí ha estado, ya

sea una entrevista con el Rector o el Ministro,

la sala de clases, el policlínico, la comisión A, el

taller del vidriero, con el mecánico de la