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Julio

2009.

Volumen

8

-

N

°

37

7 A

de la EII en pediatría constituyendo un marcador

clínico de diagnóstico tardío y/o tratamiento

subóptimo. El compromiso nutricional puede

anteceder la aparición de otros signos y síntomas.

La etiología del daño nutricional es multifactorial

y comprende disminución de ingesta,

malabsorción,

aumento

requerimientos

nutricionales y de pérdidas. Manifestaciones

extraintestinales pueden preceder a los

síntomas digestivos. Las más frecuentes son las

úlceras o aftas orales. Le siguen en frecuencia

las articulares. Un

7-25

% de los pacientes

presentará en el transcurso de la enfermedad

una artropatía periférica, asimétrica, de grandes

articulaciones, no deformante y migratoria. Su

aparición e intensidad guardan relación con la

actividad de la EII de base. Un

2-6

% presentará

una artropatía axial, asociada a la presencia

de HLA-B

27

, más frecuente en varones y que

sigue un curso independiente de la EII. Las

manifestaciones en piel, relacionadas con el

grado de actividad de la EII de base, incluyen el

eritema nodoso, más frecuente en la EC (

27

%)

que en la CU (

4

%), y el pioderma gangrenoso,

más frecuente en la CU (

1

%). Las manifestaciones

oftalmológicas como la episcleritis y la uveítis

posterior (

1-3

%), pueden ser poco sintomáticas

y por tanto hay que buscarlas dirigidamente. A

nivel hepático puede haber tanto compromiso

intrahepático (hepatitis crónica activa, hepatitis

granulomatosa, amiloidosis, pericolangitis)

como extrahepático (colelitiasis, colangitises

clerosante). A nivel urológico se debe considerar

principalmente la nefrolitiasis.

DIAGNÓSTICO

No existe ninguna prueba específica de la EII,

por lo que el diagnóstico debe basarse en los

hallazgos clínicos, de laboratorio, radiológicos,

endoscópicos e histológicos. En nuestro medio

el diagnóstico de EII en pediatría es con

frecuencia tardío, especialmente en la EC,

debido a un bajo índice de sospecha y a la

poca disponibilidad de estudios endoscópicos.

LABORATORIO

Las alteraciones hematológicas y bioquímicas

dependerán de la actividad inflamatoria, de los

trastornos de absorción y de las pérdidas

intestinales. Existe anemia ferropénica en la

mitad de los pacientes, por malabsorción y

pérdida sanguínea intestinal. En ocasiones,

la anemia es normocítica, en relación con

la inflamación crónica, con ferritina sérica

normal o elevada. La anemia macrocítica

puede desarrollarse como consecuencia de

la malabsorción de vitamina B

12

o ácido

fólico. El déficit de folatos puede ocurrir por

aporte insuficiente, daño yeyunal extenso o

tratamiento con sulfasalazina. Es frecuente

la leucocitosis con neutrofilia y linfopenia. La

trombocitosis y el aumento de la velocidad de

sedimentación y de las proteínas de fase aguda

se relacionan con la actividad inflamatoria. La

hipoalbuminemia es un marcador de severidad.

El déficit de Zinc, bien por depleción corporal

o por defecto de transporte, es un hallazgo

común en los niños con EC y se asocia a retraso

en la maduración ósea y sexual. Son comunes

las pérdidas proteicas intestinales aumentadas,

más en relación con la ulceración mucosa con

exudación que con la malabsorción proteica. La

1

-antitripsina fecal es un indicador sensible

de pérdida proteica intestinal. El anticuerpo

anticitoplasma perinuclear de neutrófilos

(pANCA) se encuentra en el

70

% de los pacientes