Previous Page  11 / 32 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 11 / 32 Next Page
Page Background

11

Agosto

2012.

Volumen

11

-

N

°

50

las EnfermedadesMetabólicas), el Dr. Oscar Brunser

T., Abraham Steckel, Iván Contreras Hermosilla

y otros. Durante un tiempo le acompañaría

también el Dr. Alejandro Maccioni S.

Habiendo sucedido en el cargo de Jefe de

Servicio al Dr. José Bauza Frau, el Dr. Alejandro

Maccioni Seisdedos dedica sus mayores

esfuerzos a revitalizar la Pediatría, apoyado por

su incondicional amigo y colega Dr. Santiago

Rubio Arce, reconocido por su espíritu bondadoso

y excepcional destreza clínica. Sin embargo, el

Dr. Maccioni opta por retirarse prematuramente

de la jefatura, trasladándose por un breve período

al INTA, para luego lamentablemente abandonar

la medicina clínica.

Tal vez, los distinguidos, entusiastas y tesoneros

maestros que emigraron no vislumbraron que

su decisión cambiaría la historia de la Pediatría

Chilena, impactando profundamente también en

la historia de la Pediatría en América Latina, dado

que el Hospital Roberto del Río se transformaría

en un polo de desarrollo docente asistencial a

nivel latino americano y el Dr. Julio Meneghello

Rivera sería el pediatra más destacado y

reconocido en el continente americano.

Dentro de los costos de largo plazo que hubo que

pagar por la emigración de tantos distinguidos

pediatras y finalmente los profesores Meneghello

y Baeza Goñi, haya estado el no construir la

anhelada torre pediátrica del Complejo

Hospitalario Paula Jaraquemada (actual Hospital

Clínico San Borja Arriarán). Ello significó otro

grave daño, no ya en su recurso humano sino

en la postergación de la modernización de la

estructura física. Para siempre quedarían

sepultados los anhelos del equipo médico del

Hospital. La caída del gobierno de Allende,

la llegada del gobierno militar, los cambios

en políticas de salud, el auge de la medicina

privada hacían insostenible dicho anhelo.

No, no solo el Hospital Manuel Arriarán Barros

había cedido generosamente mucha de sus

mejores gentes para nutrir los nacientes hospitales

pediátricos, sino que además no se le permitiría

renovar su planta física e incluso debía ceder parte

de sus terrenos para un hospital de adultos. Sería

cosa del destino que a diferencia de los otros

centros, no pudiera disponerse de un hospital de

niños. El Dr. Alejandro Maccioni Seisdedos se vió

en la terrible disyuntiva de mantenerse en el viejo

edificio hospitalario o emigrar a una parte del 8

°

piso del naciente complejo hospitalario. Con su

brillante y reconocida capacidad intelectual optó

por emigrar, sabiendo que ello era enterrar los

anhelos de la “Torre Pediátrica”. El Dr. Maccioni

era un reconocido y entusiasta ajedrecista, que

además cantaba muy bien los tangos, sobretodo

de Carlos Gardel. Tal vez haya sido la jugada

de ajedrez más difícil que le correspondió, o el

tango más amargo, dado que nos encontrábamos

en “jaque mate”. Tempranamente se retiró de

las actividades clínicas. Abandonó la medicina,

para dedicarse a otras actividades ajenas al

quehacer médico tradicional. Muchas veces

lo he ido a visitar a su casa, para convencerlo

de que lo necesitábamos en el servicio clínico,

sin embargo su respuesta era cada vez más

tajante “no me vengas a buscar, no volveré al

hospital. Incluso debo confesarte que jamás

debí haber estudiado medicina”. Curiosa crisis

vocacional tardía, pero en una persona de su

brillantez intelectual y solidez moral, debe haber

fundamentos muy profundos y valederos. Creo,

sin temor a equivocarme, que si Don Santiago