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Agosto
2012.
Volumen
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las EnfermedadesMetabólicas), el Dr. Oscar Brunser
T., Abraham Steckel, Iván Contreras Hermosilla
y otros. Durante un tiempo le acompañaría
también el Dr. Alejandro Maccioni S.
Habiendo sucedido en el cargo de Jefe de
Servicio al Dr. José Bauza Frau, el Dr. Alejandro
Maccioni Seisdedos dedica sus mayores
esfuerzos a revitalizar la Pediatría, apoyado por
su incondicional amigo y colega Dr. Santiago
Rubio Arce, reconocido por su espíritu bondadoso
y excepcional destreza clínica. Sin embargo, el
Dr. Maccioni opta por retirarse prematuramente
de la jefatura, trasladándose por un breve período
al INTA, para luego lamentablemente abandonar
la medicina clínica.
Tal vez, los distinguidos, entusiastas y tesoneros
maestros que emigraron no vislumbraron que
su decisión cambiaría la historia de la Pediatría
Chilena, impactando profundamente también en
la historia de la Pediatría en América Latina, dado
que el Hospital Roberto del Río se transformaría
en un polo de desarrollo docente asistencial a
nivel latino americano y el Dr. Julio Meneghello
Rivera sería el pediatra más destacado y
reconocido en el continente americano.
Dentro de los costos de largo plazo que hubo que
pagar por la emigración de tantos distinguidos
pediatras y finalmente los profesores Meneghello
y Baeza Goñi, haya estado el no construir la
anhelada torre pediátrica del Complejo
Hospitalario Paula Jaraquemada (actual Hospital
Clínico San Borja Arriarán). Ello significó otro
grave daño, no ya en su recurso humano sino
en la postergación de la modernización de la
estructura física. Para siempre quedarían
sepultados los anhelos del equipo médico del
Hospital. La caída del gobierno de Allende,
la llegada del gobierno militar, los cambios
en políticas de salud, el auge de la medicina
privada hacían insostenible dicho anhelo.
No, no solo el Hospital Manuel Arriarán Barros
había cedido generosamente mucha de sus
mejores gentes para nutrir los nacientes hospitales
pediátricos, sino que además no se le permitiría
renovar su planta física e incluso debía ceder parte
de sus terrenos para un hospital de adultos. Sería
cosa del destino que a diferencia de los otros
centros, no pudiera disponerse de un hospital de
niños. El Dr. Alejandro Maccioni Seisdedos se vió
en la terrible disyuntiva de mantenerse en el viejo
edificio hospitalario o emigrar a una parte del 8
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piso del naciente complejo hospitalario. Con su
brillante y reconocida capacidad intelectual optó
por emigrar, sabiendo que ello era enterrar los
anhelos de la “Torre Pediátrica”. El Dr. Maccioni
era un reconocido y entusiasta ajedrecista, que
además cantaba muy bien los tangos, sobretodo
de Carlos Gardel. Tal vez haya sido la jugada
de ajedrez más difícil que le correspondió, o el
tango más amargo, dado que nos encontrábamos
en “jaque mate”. Tempranamente se retiró de
las actividades clínicas. Abandonó la medicina,
para dedicarse a otras actividades ajenas al
quehacer médico tradicional. Muchas veces
lo he ido a visitar a su casa, para convencerlo
de que lo necesitábamos en el servicio clínico,
sin embargo su respuesta era cada vez más
tajante “no me vengas a buscar, no volveré al
hospital. Incluso debo confesarte que jamás
debí haber estudiado medicina”. Curiosa crisis
vocacional tardía, pero en una persona de su
brillantez intelectual y solidez moral, debe haber
fundamentos muy profundos y valederos. Creo,
sin temor a equivocarme, que si Don Santiago