Registros electrofisiológicos de sensores neuronas en cortes agudos de epitelio olfatorio
Las respuestas a las mezclas de olores demostraron que la cascada de transducción estaba intacta.
El olfato humano se ha considerado durante mucho tiempo un sentido descuidado y el COVID-19 ha puesto de manifiesto el escaso conocimiento que tenemos de la fisiología olfativa humana. De hecho, aunque la morfología del epitelio olfativo humano era bien conocido, había un conocimiento limitado sobre el panorama molecular y funcional de diferentes tipos de células dentro del epitelio.
Un estudio de SISSA dirigido por la profesora Anna Menini ha podido medir las señales eléctricas producidas por las células del epitelio olfativo humano obtenidas a partir de biopsias nasales. Estas señales son el lenguaje que utilizan las células de nuestro sistema nervioso para comunicarse entre sí y, más concretamente, representan el primer paso esencial de una secuencia que, tras llegar al cerebro, permite percibir un olor.
La investigación también ha estudiado las diferentes reacciones a distintas moléculas odorantes, como el cineol y el eugenol (que producen un olor similar al del eucalipto), el limoneno (el olor del limón), el acetato de isoamilo (utilizado para dar a los alimentos el olor y el sabor del plátano), y otras que encontramos a diario en los alimentos que comemos y en los entornos en los que vivimos.
Gracias a este se ha brindado la primera demostración de que es posible obtener cortes agudos del epitelio olfativo humano de biopsias viables para experimentos electrofisiológicos, crucial para revelar la lógica molecular de los primeros eventos del olfato humano.
Los resultados sugieren que evitar la disociación enzimática puede ser crucial para preservar la propiedades electrofisiológicas de estas neuronas. Además, se registraron con éxito corrientes dependientes de voltaje de apoyo humano celdas y han encontrado diferencias notables al comparar con mediciones anteriores tomadas en ratones.
Según los autores, esto sienta las bases para estudiar las bases fisiológicas de la olfacción humana necesarias para comprender las anomalías que aparecieron en muchos pacientes que contrajeron el coronavirus, como la anosmia (pérdida del sentido del olfato) a largo y corto plazo, la parosmia (percepción distorsionada de los olores) o la fantosmia (percepción del olor en ausencia de moléculas odorantes en el ambiente).
La investigación se llevó a cabo en colaboración con la Universidad Aldo Moro de Bari, la Universidad de Trieste y la Clínica de Otorrinolaringología de ASUGI-Azienda Sanitaria Universitaria Giuliano Isontina.
