Primer marcador cerebral de la ansiedad
Un problema clave para la orientación farmacológica es la debilidad de los criterios diagnósticos de la enfermedad.
Los trastornos de ansiedad son un problema grave. Actualmente son las enfermedades psiquiátricas más prevalentes, la sexta causa de años de vida vividos con discapacidad y pueden causar más del 5% de toda la mortalidad por suicidio. Suelen iniciarse en edades tempranas y causan un deterioro crónico.
Los diagnósticos psiquiátricos se basan en los síntomas o signos que presenta el paciente y carecen de los tan necesarios biomarcadores basados en la teoría. Los trastornos de las reacciones defensivas reciben actualmente muchos diagnósticos específicos dentro de dos sistemas principales: la clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud, actualmente en su 10ª edición (CIE-10) y el Manual Diagnóstico y Estadístico de la Asociación Americana de Psiquiatría, actualmente en su 5ª edición (DSM-5).
Esta categorización de los trastornos de ansiedad específicos está en constante evolución y ambos sistemas subdividen los trastornos mentales utilizando listas de signos/síntomas clínicos de nivel superficial (análogos a la fiebre o la disnea en medicina sistémica) en contraste con síndromes definidos (por ejemplo, COVID-19) basados en causas biológicas fundamentales. Incluso el nuevo DSM-511 no tiene un identificador objetivo único para ningún trastorno psiquiátrico.
Neil McNaughton y su equipo del Departamento de Psicología analizaron a pacientes con trastornos de ansiedad (que cumplían los criterios de diagnóstico) y a controles similares reclutados por separado en la comunidad para probar un biomarcador expresado en el ritmo cerebral producido por el conflicto emocional (GCSR de sus siglas en inglés, goal confict specifc rhythmicity).
La publicación hecha en Nature en Scientific Reports, descubrió que los pacientes con trastornos de ansiedad presentaban una alta ritmicidad del conflicto que difería en su alcance según los diagnósticos. La teoría neuropsicológica de la ansiedad de McNaughton, recientemente respaldada por imágenes en humanos, se basa en un modelo de ritmo cerebral "theta" en roedores, fiable y de larga data, de la acción clínica de los ansiolíticos.
Esta rítmica 'theta' (4-12 Hz) se eleva en algunos casos y en la cohorte de pacientes, la elevación del GCSR es transversal. Esto sugiere que el GCSR tiene un poder diagnóstico especial y que podría utilizarse como biomarcador de un proceso de ansiedad subyacente a un trastorno psiquiátrico no definido previamente.
