Estrategias para frenar el suicidio juvenil
Nuevas directrices basadas en la evidencia y juicio clínico podrían contribuir a los hospitales a identificar casos inminentes en jóvenes vulnerables.
El suicidio juvenil está aumentando en todo el mundo. Pese a que la mayoría de los fallecidos por esta causa reciben servicios de salud durante el año anterior a su muerte, mejores flujos de trabajo estandarizados para la detección del riesgo de suicidio en hospitales pediátricos, utilizando herramientas validadas, pueden ayudar con intervenciones oportunas y apropiadas.
El presente estudio describe el primer intento de generar pautas clínicas para los pacientes que acuden a servicios de urgencias pediátricas y a centros hospitalarios. El grupo de trabajo revisó la evidencia disponible y generó una serie de pasos a seguir para evaluar de manera viable a los pacientes que se presentan en hospitales. Cuando las pruebas eran limitadas, se utilizó el consenso de expertos. Posteriormente se empleó un enfoque estandarizado e iterativo para crear vías clínicas
La pauta describió un proceso de detección de tres niveles basadas en preguntas de detección para una exploración inicial, seguido de una breve evaluación de la seguridad para determinar si se justifica una evaluación posterior completa del riesgo. Este paso esencial ayuda a conservar los recursos y a decidir sobre las intervenciones apropiadas para cada paciente que se somete a pruebas de detección positivas. Específicamente, en primer lugar se utiliza la herramienta Ask Asic Suidide-Screening Questions (ASQ) diseñada por NIMH, desarrollada para detectar el peligro de suicidio en paciente pediátrico, disponible en 14 idiomas, aplicable en alrededor de 20 segundos. El segundo nivel de detección requiere una breve evaluación de la seguridad del suicidio (BSSA). Tarda entre 10 y 15 minutos en llevarse a cabo. Esta exploración es usada para la clasificación del riesgo (bajo, alto o inminente) según las respuestas a la encuesta y el juicio clínico. El último nivel de detección, implica la evaluación exhaustiva de seguridad realizada por un profesional sanitario idóneo. Se realiza con el propósito de abordar los problemas de seguridad y establecer la intervención a realizar.
En suma, el suicidio es un problema importante de salud pública. Las directrices clínicas pueden empoderar a los sistemas hospitalarios al proporcionar una guía para la implementación factible y efectiva de la detección del riesgo mediante herramientas validadas para aplicar intervenciones adecuadas.
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