Medicina Deportiva
El ejercicio atenúa la tendencia genética a la obesidad
En los portadores de una variante génica que aumenta el riesgo de desarrollar la patología metabólica, la actividad física puede contrarrestar los efectos de su ADN en alrededor de un tercio.
La evidencia actual sugiere que la disminución de la actividad física (AF) diaria es un factor clave para el desarrollo de la pandemia de obesidad. Sin embargo, el impacto del sedentarismo sobre la adiposidad puede estar determinado en parte por la constitución genética de una persona. Además, las variantes genéticas específicas o polimorfismos que son sensibles al ejercicio y que regulan la adiposidad siguen siendo en gran parte desconocidos.
El objetivo de Mariaelisa Graff y diversos especialistas de universidades europeas y norteamericanas, fue identificar polimorfismos cuyos efectos en la adiposidad son modificados por la AF. Para ello, examinaron ~ 2,5 millones de variantes en alrededor de 200 mil individuos. Los autores realizaron un análisis de genoma completo para evaluar la interacción de los genes de riesgo con el IMC y la circunferencia de cintura y cadera ajustada por el IMC. Además, estandarizaron la AF clasificándola según criterios de inactividad. Finalmente, analizaron información sobre su peso y sus hábitos de ejercicio, y observaron cómo esos factores interactuaban con los polimorfismos genéticos.
Los resultados evidenciaron que las personas activas que portaban versiones alternativas del gen FTO, implicado en la obesidad, eran más resistentes a sus efectos en comparación a los que no se ejercitaban. En promedio, la AF contrastó los efectos de la variante en alrededor de un 30%.
En suma, el estudio indica que pueden existir otras interacciones genéticas y físicas similares, pero se requieren de mejores mediciones de la actividad física, tamaños de muestra más grandes y análisis más robustos.
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