Dormir más o menos de siete horas disminuye la expectativa de vida
La edad y el sexo son factores que pueden influir en cómo se desarrolla esta relación.
Diversos estudios indican que tanto las duraciones de sueño cortas, como las largas están asociadas a la mortalidad. A pesar de las sólidas evidencias que existen en estos análisis, hay que tener en cuenta una serie de limitaciones: los estudios difieren en sus tiempos de seguimiento y en la selección de los factores y aplican definiciones heterogéneas de lo que constituye una duración del sueño corta o larga.
Por otra parte, este vínculo puede diferir entre subgrupos de población; algunos estudios ya han puesto de manifiesto que los riesgos de mortalidad relacionados con la duración del sueño varían en función del sexo y de la edad.
Investigadores del grupo de Epidemiología y Prevención del centro de Salud Pública dependiente de la Universidad de Tokio estudiaron la asociación general en forma de U (en términos estadísticos) entre el sueño y el riesgo de morir, tanto para hombres como mujeres. Con una cohorte de 322.721 participantes adultos, los resultados revelaron que, en comparación a siete horas de sueño, dormir más o menos tiempo está asociado a un riesgo de mortalidad significativamente mayor. La edad y el sexo fueron variables que modificaron significativamente esta relación.
Para minimizar el efecto de la causalidad inversa, hubo un estricto criterio de selección de los participantes, excluyendo a quienes tenían cáncer o alguna enfermedad cardiovascular, además de los que murieron en los primeros cinco años de seguimiento.
En conclusión y a pesar de estas exclusiones, se encontró una relación significativa entre las variables antes descritas.
