Dieta MIND retrasa la aparición del Parkinson
El régimen combina aspectos de dos dietas muy populares, la mediterránea y la DASH.
Numerosos estudios epidemiológicos han investigado los efectos de las tendencias alimentarias regionales sobre la salud y la longevidad de la población. La dieta occidental, común en América del Norte, es conocida por sus altos niveles de alimentos procesados y fritos, azúcar y carnes rojas; relacionándose con una mayor prevalencia y gravedad de varias enfermedades, incluidas las cardiovasculares, la diabetes y el cáncer. Por su parte, la dieta MIND (Intervención Mediterránea-DASH para el Retraso Neurodegenerativo) se ha asociado con la prevención de la enfermedad de Alzheimer y deterioro cognitivo, pero no se ha evaluado completamente en el contexto de la enfermedad de Parkinson (EP).
El objetivo de la presente investigación (Departamento de Microbiología e Inmunología de la Universidad de Columbia Británica, en Vancouver, Canadá) fue determinar si la adherencia a la dieta MIND se asociaría con la edad de inicio de la EP de forma superior a la de la dieta mediterránea. Se aplicaron cuestionarios de frecuencia alimentaria a 167 participantes con EP y 119 controles, las puntuaciones se compararon entre los subgrupos según sexo y enfermedad, y la adherencia a los esquemas se correlaciononaron con la edad de inicio utilizando modelos lineales univariados y multivariados.
El subgrupo de mujeres se adhirió más estrechamente a la dieta MIND que los hombres, y las puntuaciones de la dieta no se modificaron según el estado de la enfermedad. Un inicio con edad tardía se correlacionó estrechamente con la adherencia a la dieta MIND en el subgrupo de mujeres, con diferencias de hasta 17,4 años (P <0,001) entre terciles dietéticos bajos y altos. La adherencia a la dieta mediterránea griega también se vinculó significativamente con la aparición tardía de la EP en todos los modelos (P = 0,05-0,03). Por el contrario, solo la adherencia a la dieta mediterránea griega permaneció correlacionada con el inicio tardío en todos los modelos en hombres, con diferencias de hasta 8,4 años (P = 0,002).
Finalmente, este estudio transversal encontró una fuerte correlación entre la edad de inicio de la EP y los hábitos alimentarios, lo que sugiere que las estrategias nutricionales pueden ser una herramienta eficaz para retrasar la aparición de la condición. Estudios adicionales ayudarían a dilucidar los posibles mecanismos fisiopatológicos específicos del sexo relacionados con la nutrición y las tasas de prevalencia diferencial.
