Balón gástrico ajustable para el control de peso
Se usan como terapia para la obesidad, de carácter mínimamente invasivos y que preservan la anatomía. Una mayor tolerancia y durabilidad podría contribuir a ampliar su adopción clínica.
La obesidad es una enfermedad con un impacto negativo abrumador. Para el año 2030, uno de cada dos adultos estadounidenses tendrá obesidad y uno de cada cuatro desarrollará una condición grave. La implicación de la obesidad en múltiples enfermedades crónicas, como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes tipo 2, enfermedades articulares crónicas, apnea obstructiva del sueño y los tumores malignos, provoca una importante carga económica y de salud pública.
Los cambios de comportamiento para reducir la obesidad muestran una baja adhesión por parte de los pacientes. Las terapias farmacológicas se ven obstaculizadas por la intolerancia, el costo y, dado su mecanismo, una respuesta atenuada. Los nuevos tratamientos con agonistas del GLP-1 o en combinación con otros agentes como los análogos de la amilina, se han mostrado prometedores para inducir la pérdida de peso junto con la modificación del estilo de vida. Sin embargo, cuando se suspende el fármaco, el aumento de peso vuelve a producirse, lo que requiere una dependencia a largo plazo. La cirugía bariátrica está limitada por sus riesgos a largo plazo.
Investigadores de la División de Gastroenterología y Hepatología de la Clínica Mayo (USA) probaron la eficacia y seguridad del uso del balón gástrico en pacientes con obesidad. Se estudió un total de 288 demostrando que el balón intragástrico ajustable (BIGa), junto con la dieta y el ejercicio, logró un 15% de pérdida de peso corporal total a las 32 semanas. La tasa de respuesta superó el 90% a las 32 semanas y el 74% de los pacientes del grupo BIGa mantuvieron la pérdida de peso a los 14 meses.
La función de ajuste del volumen de este instrumento mejoró la tolerancia del dispositivo, evitó el 75% de las extracciones tempranas y mejoró la pérdida de peso. El perfil de seguridad fue favorable sin muertes ni intervenciones invasivas.
En conclusión, el BIGa puede servir como herramienta anatómica y escalable para mejorar la obesidad y comprometer al paciente en la estabilización del peso de por vida. La mayoría de los pacientes que se sometieron a este tratamiento junto con una dieta protocolizada y un programa de modificación del estilo de vida superaron el umbral del 10% de pérdida de peso corporal total suficiente para mostrar una mejora en las comorbilidades.
