Medicina Interna
Baja capacidad aeróbica y un alto IMC favorecen la hipertensión
Los efectos de una desregulación de ambos factores, aumentan la probabilidad de sufrir la complicación arterial, lo que sugiere que las medidas de salud preventivas deberían iniciarse en etapas tempranas de la vida, con énfasis en mejorar el potencial físico y el peso.
El índice de masa corporal (IMC) elevado y el escaso nivel de acondicionamiento físico son factores de riesgo para la hipertensión, pero la interacción de sus efectos son desconocidos. La elucidación de la acción recíproca entre estos componentes modificables, puede ayudar a obtener información acerca de las intervenciones más efectivas en subgrupos susceptibles.
Para profundizar en este tema, Casey Crump y colegas de la Universidad de Stanford, California, Estados Unidos, determinaron la interacción de los efectos del IMC y de la condición física sobre el riesgo de hipertensión en una amplia cohorte. El análisis, incluyó 1.547.189 conscriptos militares en Suecia, reclutados a partir del 1 de enero de 1969 hasta el 31 de diciembre de 1997 (97 - 98% de todos los hombres de 18 años en todo el país cada año), quienes fueron seguidos hasta el 31 de diciembre de 2012 (edad máxima, 62 años). Los datos se analizaron del 1 al 15 de agosto del 2015. Posteriormente, se determinó la capacidad aeróbica normalizada, la fuerza muscular y medidas del IMC, obtenido mediante examen de reclutamiento militar. Por último, se identificaron los niveles de hipertensión a partir de diagnósticos de pacientes ambulatorios y de hospitalización.
Un total de 93.035 hombres (6%) fueron diagnosticados con la enfermedad arterial en 39,7 millones de personas-años de seguimiento. El IMC elevado y la capacidad aeróbica disminuida (no así la fuerza muscular) se asociaron con un mayor riesgo de la complicación, independiente del historial familiar y de componentes socioeconómicos (IMC, sobrepeso u obesidad versus condiciones normales: tasa de incidencia, 2,51; IC del 95%: 2,46 - 2,55; P <0,001; para la capacidad aeróbica, tercil más bajo frente al más alto, la tasa de incidencia fue de 1,50; IC del 95%, 1,47 - 1,54; P <0,001). Adicionalmente, la aptitud fisiológica se asoció inversamente con la hipertensión a través de su distribución total (tasa de incidencia por cada 100 W, 0,70; IC del 95%: 0,69 - 0,71; P <0,001). Una combinación de IMC alto (sobrepeso u obesidad versus peso normal) y la baja capacidad aeróbica se vinculó a una mayor probabilidad de sufrir la patología (tasa de incidencia, 3,53; IC del 95%: 3,41 - 3,66; P <0,001), con un aditivo negativo y una interacción multiplicativa (P <0,001). Aunque el IMC elevado fue un factor de peligro significativo, la condición aeróbica también fue un componente relevante entre aquellos con un IMC no alterado.
En resumen, el estudio de cohorte muestra que un IMC alto y la baja capacidad aeróbica en la adolescencia tardía se relaciona con un mayor riesgo de hipertensión en la edad adulta. Estos resultados sugieren que intervenciones preventivas deben comenzar tempranamente en la vida y deben incluir no sólo el control de peso, sino el potenciamiento de la actividad física, incluso entre personas con un IMC normal.
