Arena purificada tiene efectos contra la obesidad
Las partÃculas de sÃlice porosa con una anchura de poros de entre 6 y 10 nm, son óptimas para desencadenar una respuesta inhibidora tanto de la actividad de la lipasa como de la amilasa.Â
La obesidad es una preocupación cada vez mayor en todo el mundo y la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que 1.900 millones de adultos tienen sobrepeso o son obesos. En la mayorÃa de los casos, es una enfermedad prevenible provocada por los desequilibrios alimentarios entre la energÃa consumida y la gastada.
El sÃlice poroso es uno de esos coloides que ha recibido cada vez más atención por su potencial antiobesidad, ya que su administración vÃa oral provoca una reducción de los factores de riesgo metabólico tanto en modelos de obesidad animal como en estudios clÃnicos en humanos. Es importante destacar que, en un estudio clÃnico en humanos de fase I, se demostró que la dosificación oral del sÃlice poroso no provocó ninguna molestia abdominal, y se registraron cambios mÃnimos e inconsistentes en los hábitos intestinales, en comparación con un control de placebo, que pone de manifiesto la seguridad y la tolerabilidad de este producto como terapia Sin embargo, el mecanismo de acción exacto de la sÃlice porosa sigue siendo poco conocido, asà como las propiedades fisicoquÃmicas clave que promueven la reducción de la ingesta de energÃa y la consiguiente reducción del aumento de peso.
Una investigación de la Universidad del Sur de Australia demuestra que el sÃlice poroso puede impedir que las grasas y los hidratos de carbono se absorban en el organismo.
Los resultados apoyan la idea de que el sÃlice poroso puede "impedir los procesos digestivos" que suelen desencadenar las enzimas que descomponen las grasas, el colesterol, los almidones y los azúcares en el estómago y los intestinos.
Además, el tamaño de las nanopartÃculas administradas parece determinar el grado de inhibición de la actividad digestiva.
Los autores reconocen que su modelo es demasiado simple para imitar perfectamente la complejidad del intestino humano durante la digestión, pero dada la ética que rodea a los ensayos clÃnicos en humanos, las simulaciones intestinales y los modelos animales están más cerca de lo que los investigadores podrÃan conseguir de otra manera.
La investigación compara una serie de 13 muestras de sÃlice porosa de distintas anchuras, potenciales de absorción, formas, tamaños y quÃmica superficial. Cada una se introdujo en un modelo gastrointestinal humano que simulaba un estado de alimentación tras una comida rica en carbohidratos y grasas. La digestión de las grasas se controló valorando los ácidos grasos de lo absorbido, mientras que la digestión del almidón se controló midiendo la concentración de azúcares absorbidos.
Según los autores, las muestras de sÃlice ideales eran micropartÃculas de sÃlice con una anchura de poro de entre 6 y 10 nanómetros. Estos tamaños parecÃan inhibir mejor las enzimas examinadas.
Algunos poros que tenÃan el tamaño óptimo para inhibir la digestión del almidón, por ejemplo, eran demasiado grandes para atrapar de forma óptima las enzimas asociadas a la digestión de las grasas. Las partÃculas de arena porosa también parecÃan absorber los nutrientes digeridos y no digeridos del tracto gastrointestinal antes de que pudieran pasar al torrente sanguÃneo del sistema.
Las partÃculas con mayor superficie, pero con poros más pequeños incapaces de impactar en las enzimas digestivas fueron las que más materia orgánica absorbieron en los modelos.
