Estudio CARDIA
La “comida rápida” predispone a la obesidad y a la diabetes
La obesidad se ha incrementado considerablemente en todas las edades y grupos étnicos. La prevalencia, definida como un índice de masa corporal (IMC) igual o superior a 30 kg/m2, en el periodo 1999-2000 era del 30.5% comparado con el 22.9% entre 1988 y 1994, incluso con valores más altos en ciertos grupos. Dos de cada tres adultos de los Estados Unidos y cuatro de cinco mujeres afro-americanas eran obesas o tenían sobrepeso en 1999-2000, en niños y adolescentes, el predominio aumentó en un 50% durante la última década. Las consecuencias médicas y económicas son considerables, particularmente en relación a la salud pública, debido a la mayor ocurrencia de diabetes tipo 2 e intolerancia a la glucosa en adolescentes y adultos jóvenes obesos. Debido al rápido desarrollo de poblaciones genéticamente estables, la obesidad puede ser atribuida a factores ambientales que afectan la dieta o a la actividad física. Un factor dietético potencialmente importante es el consumo de alimentos de preparación rápida, cuyos orígenes se remontan a los años 50, los cuales han crecido con un patrón dominante. La consumición de este tipo de alimentos por parte de los niños se ha elevado desde un 2% de la energía total en los años 70 hasta el 10% en los años 90. Varios factores inherentes a los alimentos de preparación rápida pueden promover un balance energético positivo y de tal modo aumentar el riesgo para la obesidad y la diabetes, incluyendo: tamaño excesivo de la porción y acompañadas de las comidas normales excediendo a menudo la necesidad energética diaria del individuo; sabor agradable, acentuando las preferencias primordiales del gusto por el azúcar, la sal y la grasa.
Asombrosamente, pocos estudios han investigado los efectos del consumo de comida rápida sobre el balance energético o peso corporal, y la mayoría de éstos fueron de diseño transversal. Para el conocimiento general, no existe disponibilidad de datos para esta forma de consumo y de diabetes relacionada. Por esta razón, docentes de la Universidad de Minnesota y del Hospital Infantil de Boston (Estados Unidos), investigaron durante 15 años la asociación entre los hábitos de comida rápida, los cambios en el peso corporal y la diabetes. Se consideraron a los participantes del estudio CARDIA (“The Coronary Artery Risk Development in Young Adults”), unos 3.031 adultos jóvenes (de 18 a 30 años). Además, se utilizaron múltiples modelos de regresión linear para investigar la asociación de frecuencia de visitas a restaurantes de comida rápida al inicio y al final del estudio.
Según los resultados, el acceso a la comida rápida fue menor en mujeres blancas (1.3 veces por semana) comparado con otros grupos étnicos (más de dos veces por semana). Después del ajuste para los factores de forma de vida, esa frecuencia estuvo asociada directamente a cambios de peso corporal en los individuos de color (P = 0.005) y gente blanca (P = 0.0013). El cambio de frecuencia de comida rápida estuvo asociado directamente a cambios de peso en individuos blancos (P < 0.0001), con una asociación más débil registrada en la gente de color (P = 0.1004). Las variaciones también estuvieron directamente relacionadas a resistencia de insulina en ambos grupos étnicos (P = 0.0015 en la gente de color, P < 0.0001 en personas blancas). De igual manera, los resultados demostraron que los que acudían más de dos veces a la semana a restaurantes de comida rápida engordaron 4,5 kilos más que el resto (P = 0.0054) y registraron el doble de aumento de resistencia a la insulina que los que acudían menos de una vez por semana (P = 0.0083).
La interpretación que finalmente hace el estudio señala que el consumo de comida rápida tiene fuertes asociaciones positivas con el aumento de peso y resistencia a la insulina, sugiriendo que estos alimentos incrementan el peligro de obesidad y de diabetes tipo 2.
Fuente bibliográfica
Lancet 2005; 365(9453): 36-42