Neurocirugía
La PCR predice complicaciones infecciosas después de la neurocirugía
Estos resultados pueden ayudar al neurocirujano a interpretar la importancia de la proteína C-reactiva en la evaluación clínica postoperatoria de pacientes sometidos a neurocirugía. Por ejemplo, en este estudio, los niveles en el segundo día post-quirúrgico fueron más altos después de la intervención para la epilepsia (en particular, la lobotomía) y más bajos para la biopsia estereotáctica cerebral.
La proteína C-reactiva (PCR) fue descrita por primera vez en 1930 por Tillet y Frances en un paciente con neumonía por estreptococo. Desde entonces, se le ha utilizado como marcador clínico de procesos inflamatorios y para una gran cantidad de otras condiciones. Al igual que muchas proteínas de fase aguda, la PCR está normalmente presente a niveles trazas en el suero, pero aumenta rápida y dramáticamente en respuesta a una variedad de enfermedades infecciosas e inflamatorias. Sus concentraciones en individuos sanos generalmente suelen ser inferior a 10 mg/l, pero, cuando la enfermedad progresa, los niveles aumentan significativamente en las primeras 6 a 8 horas y pueden alcanzar máximos de 350-400 mg/l después de 48 horas. La PCR ha sido evaluada en una serie de condiciones quirúrgicas, principalmente como indicador de complicaciones post-operatorias. Sin embargo, rara vez se ha evaluado como marcador de daño fisiológico perioperatorio, y pocas veces considerada después de la neurocirugía.
El objetivo de esta publicación (Real Colegio de Cirujanos de Dublín, Irlanda) fue revisar el estado actual del conocimiento cinético de la proteína C-reactiva (PCR) después de un procedimiento estándar de neurocirugía, y determinar su valor como una prueba de detección temprana de complicaciones infecciosas postoperatorias en comparación con otros análisis comúnmente utilizados, y como marcador de daño quirúrgico perioperatorio. Durante un período de 18 meses, se evaluaron los niveles de la PCR, junto con la velocidad de sedimentación globular y el conteo de glóbulos blancos, antes de la cirugía (día 0) y después de ella (días 1, 2, 3, 4 y 5) en 50 mujeres y 50 varones sometidos a siete procedimientos neuroquirúrgicos.
La edad media de la población de estudio fue de 29,1 (media ± DE: 28,4 ± 10,2, rango: 20,4-53,8). De los 100 pacientes reclutados para este estudio, 13 presentaron complicaciones infecciosas postoperatorias. En estos, un segundo aumento de la PCR o la falta de descenso esperaba tuvo sensibilidad, especificidad, valor predictivo negativo y positivo del 100%, 93,1%, 100% y 68,4%, respectivamente, para la detección de complicaciones infecciosas. La media de los niveles después de la operación fue más alta en procedimientos quirúrgicos más traumáticos, como la lobotomía en la epilepsia y más baja en la cirugía traumática, como la biopsia estereotáctica cerebral (p
En conclusión, estos resultados sugieren que la PCR representa una prueba altamente fiable para las complicaciones infecciosas postoperatorias en la práctica de la neurocirugía en comparación a otras comúnmente utilizadas (velocidad de sedimentación globular y conteo de glóbulos blancos). Además, los resultados sugieren que el alza de la PCR después de la operación también refleja el nivel de daño intraoperatorio.
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