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El proceso de globalización actual provocó una serie de cambios debido a la confluencia de una compleja serie de procesos sociales, políticos, económicos y culturales que modificaron las costumbres y hábitos, pero sobre todo los estilos de vida. Lo anterior generó un aumento considerable de las enfermedades ligadas al consumo excesivo de alimentos, particularmente la obesidad, cada vez más prevalente. 

De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hace diez años había en el mundo un aproximado de 330 millones de adultos obesos; en 2005 alcanzó los 400 millones de personas, y se calcula que para el año 2030 habrá por lo menos 2.300 millones de individuos con sobrepeso y más de 700 millones con obesidad.

Este alarmante incremento se debe principalmente a la intensificación de la ingesta cada vez más frecuente de alimentos muy poco nutritivos y con demasiadas calorías, unidos a la disminución de la práctica de actividad física. Esto trajo una sobrecarga a los sistemas de salud tanto públicos como privados, especialmente por las complicaciones que trae la obesidad. 

Para la endocrinóloga Tanya Paiva “hoy en día la obesidad ya no es un problema estético sino de salud”, al que se ha destinado una gran cantidad de recursos económicos y humanos para su manejo, control y prevención. 

“Los riesgos de la obesidad se relacionan a una elevada propensión a padecer enfermedades crónicas, tales como diabetes mellitus, hipertensión arterial y alteraciones pulmonares y cardiovasculares, siendo también un elevado factor de riesgo para desarrollar varios tipos de cáncer”, agregó la coordinadora general de la Dirección de Vigilancia de Enfermedades No Transmisibles del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social.

En Paraguay, según la Primera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo de Enfermedades No Transmisibles (ENFR), el exceso de peso en ambos sexos supera el 50 por ciento, y la obesidad el 20% de la población adulta (57,6% y 22,3% respectivamente). Vale decir, prácticamente uno de cada cuatro paraguayos presenta obesidad y dos de cada tres manifiesta algún grado de sobrepeso u obesidad. 

Cabe destacar también que esta patología afecta la esfera psicológica del individuo al disminuir la autoestima de quien la padece y deteriora sus relaciones sociales. La obesidad además genera altos costos no solo para la persona que la sufre sino que también para los sistemas de salud y la población en general. “Es preocupante debido a que la obesidad no discrimina, pues afecta a cualquier individuo sin considerar su edad, sexo, raza o nivel socioeconómico”, enfatizó.

En ese sentido, al estar expuesta a constantes cambios en los estilos de vida asociados a la urbanización, la variabilidad en la economía y el desarrollo tecnológico, la población infantil se vio afectada y hay un consecuente incremento de casos de niños obesos, constituyendo así un grupo especialmente vulnerable al cual hay que enfocar los esfuerzos de prevención, según la especialista.

Ante estos datos se considera que el aumento de la prevalencia de obesidad infantil en la población escolar y adolescente ha pasado a ser un problema de salud pública y de nutrición. Estadísticas del Instituto Nacional de Alimentación y Nutrición (INAN) del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, indican que en 2007 el 21% de los escolares y adolescentes presentaba sobrepeso y obesidad.

“En estos momentos la cifra es cercana al 30 por ciento. Esto nos enfrenta con la realidad de que en el futuro tendremos una población muy joven ya con las consecuencias médicas de la obesidad”, aseguró la doctora Paiva.