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trabajo, no podemos dejar de mencionar que

también nos merece una reflexión el criterio de

muerte encefálica, como definición de muerte

del hombre, y que es utilizado para poder extraer

órganos vitales del donante. Su sentido y valora-

ción supera el ámbito de esta comunicación, pero

baste mencionar que ya hay noticias de trasplante

de corazón en Australia, en donante donde no se

utilizó el criterio de muerte encefálica

12

.

Tampoco nos detendremos a analizar los dile-

mas que pueden presentar los xenotrasplantes, es

decir, desde un animal a un ser humano u otros ti-

pos de trasplantes, más allá de los problemas que

se presentan en el proceso general de donación-

trasplante entre personas.

La condición que nos parece relevante de la

donación de órganos, cualquiera que sea éste,

es que sea realizada de forma altruista, sin saber

a quién o quiénes irán a beneficiar los órganos

donados. La belleza moral de la donación es la

generosidad, que pretende como fin salvar la vida

de otras personas, sin recibir nada a cambio. En

nuestra opinión, pone de manifiesto una de las

mejores características de una sociedad verdade-

ramente solidaria. Lamentablemente, y como es

de público conocimiento, no alcanzan los órganos

para todos los enfermos que lo requieren. Por el

contrario, también debemos reconocer la triste e

inmoral circunstancia de la compraventa de órga-

nos, lo que se considera éticamente inaceptable,

criterio que compartimos. Las instituciones inter-

nacionales han hecho recomendaciones contrarias

a estas comercializaciones, y la OMS en el año

1991, ya estableció un principio rector contrario

al comercio de órganos. En los países desarro-

llados esto no se lleva a cabo, pues hay unas

normativas muy estrictas y se le considera un

delito. No tenemos datos al respecto en nuestro

país. Sin embargo, el “mito” del tráfico y/o co-

mercialización ha causado que ciertas personas,

ante el temor de que trafiquen con sus órganos, se

nieguen a donarlos.

“Bajo este nombre genérico

se agrupan hechos reales y ficticios que ni con-

ceptual ni técnicamente tienen casi nada en co-

mún, pero que han sido mezclados a veces de una

forma irresponsable, fruto del desconocimiento.

En otras ocasiones, en cambio, se ha hecho a

sabiendas de la falsedad de lo que se estaba

difundiendo en un claro ejemplo de autojustifi-

cación de los medios empleados en aras de un

fin definido, aunque muchas veces inconfesable.

Curiosamente, esta mezcla de hechos fácilmente

demostrables, ficciones sin fundamento y rumores

nunca confirmados, adoptando formas de pesadi-

lla, ha pasado a formar parte del acervo cultural

de la sociedad actual.”

13

.

Por otra parte, para evitar que un sector de la

población pueda pensar, que en base a su poder

económico u otras influencias tiene mayor posi-

bilidad de acceder a un órgano, es necesario cum-

plir verdaderamente con el principio de justicia

distributiva, pues todos los enfermos son merece-

dores de recibir el órgano necesitado, al margen

de su estatus económico o social. Por ello, cada

vez más, los gobiernos luchan porque esta dis-

tribución de órganos sea equitativa, eficiente y

transparente. En el caso de Chile, por ejemplo,

para cumplir con estos criterios, existe una lista

única de espera para los receptores, centralizada

a nivel nacional.

Finalmente, no puede dejar de mencionarse

que también existen criterios particulares y es-

pecíficos en el mundo religioso respecto de esta

técnica, pero no es motivo de este trabajo su

examen en detalle.

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