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HIPERTENSIÓN / 2014 / VOL. 19

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Fenómenos de desrregulación autonómica contribuyen también a la aparición de hipotensión

ortostática (riesgo de caídas, síncopes y eventos cardiovasculares) e hipertensión ortostática (riesgo

de hipertrofia ventricular izquierda, enfermedad coronaria y patología cerebrovascular). Téngase

presente que este mecanismo es de suma importancia para la aparición del daño microangiopático,

el cual dará origen en algunos casos a la aparición de daño cognitivo vascular.

La progresiva disfunción renal provocada por glomeruloesclerosis y fibrosis intersticial, con

disminución en la tasa de filtración glomerular y otros mecanismos homeostáticos renales, originan

una expansión de volumen.

Causas secundarias de hipertensión también deben ser consideradas, tales como estenosis de la

arteria renal, apnea obstructiva del sueño, sustancias y medicamentos (alcohol, cafeína, AINES,

glucocorticoides, hormonas sexuales) que pudieran ser importantes contribuyentes.

(1)

Factores a considerar en la HTA del octogenario

Búsqueda de efectos de hipertensión arterial en órganos blancos.

La existencia de cuadros hipertensivos de larga data, a veces subtratados o directamente no

tratados por prejuicios en relación a la población envejecida o producto de un pobre control de

la presión arterial, hace encontrar en estos octogenarios lesiones cerebrovasculares (hemorragias

cerebrales, demencias vasculares, ACV), cardiovasculares (infarto agudo al miocardio, angina,

hipertrofia ventricular izquierda, insuficiencia cardiaca, fibrilación auricular), arteriales (aneurismas

aórticos, torácicos, disecciones aórticas), daño renal crónico, daños visuales (retinopatía hipertensiva,

oclusión de arteria de la retina, degeneración macular).

(1)

Fenómenos de elasticidad vascular y repercusión de éstos en la terapia de la hipertensión

arterial. ¿Hasta cuánto bajar la presión arterial?

En materia de terapia antihipertensiva en octogenarios la discusión científica en tratarlos o no

tratarlos, dada la visión inicial de que esa hipertensión era producto de un envejecimiento normal,

se actualiza con el estudio HYVET

(2)

que demostró en poblaciones con promedio de edad de 83.6

años con presión arterial sistólica persistentemente mayores a 160 mm Hg, que al ser tratados

con un diurético como Indapamida lograron disminuciones de presión arterial de 15/6.1 mm Hg

(sisto-diastólica), logrando producir reducción de mortalidad global en 28%, 34% de ACV y 45%

de mortalidad por ACV, 72% en insuficiencia cardíaca y 27% en muertes CV. Debe destacarse

que la población representativa de este estudio es eminentemente asiática y con una inusual

ausencia de factores de riesgo cardiovascular concomitantes, planteándonos la interrogante de si

serán aplicables dichos datos a nuestros octogenarios, que en un gran porcentaje no sólo tienen

polipatologías, sino que también son polimedicados con baja adherencia terapéutica y múltiples

interacciones farmacológicas. Desde la perspectiva de estudios clínicos que consideraron porcentajes

no despreciables de pacientes estudiados que estaban por sobre 80 años, los datos aportados

por el VALISH

(3)

y JATOS

(4)

, nos dan algún grado de orientación de cuál sería el valor numérico en

cuanto a cifras de presión arterial sistólica a obtener (teniendo claro que es una variable unimodal

continua), en cuanto sugieren metas de presión arterial sistólica bajo 150 mm Hg. Sin embargo, los

factores individuales y la condición de octogenarios, puede modificar esta meta, en la búsqueda

de una terapia más conectada con la realidad vascular de estos pacientes.

(2,3,4)