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23 Agosto 2021

Pantallas y neurodesarrollo

El impacto de estos dispositivos en la infancia preocupa, ya que la exposición prolongada a la televisión y nuevas tecnologías está condicionando las bases del futuro intelectual y emocional de los menores.

El siglo XXI se diferencia de sus antecesores por la hiperconectividad, fuertemente ligada a la revolución tecnológica y acceso a Internet, que está transformando profundamente hábitos, lenguaje, vida y costumbres de las personas, dando paso a una nueva “cultura digital” que permea, entre otras cosas, las formas de comunicación, enseñanza, aprendizaje, y convivencia. 

Varias investigaciones coinciden en que la exposición a las nuevas tecnologías en los primeros años de vida representa un riesgo para el desarrollo cerebral. Según la American Academy of Pediatrics (AAP), en 1970 los niños tenían su primer contacto con pantallas a los cuatro años, con un acceso limitado a contenidos a través de la televisión y radio. Casi 50 años después, esa aproximación se produce a partir de los cuatro meses y ante un amplio abanico de posibilidades digitales con muchos estímulos sonoros y luminosos [1]. 

Con las pantallas prácticamente en todas partes, controlar esta tendencia es un reto. Si hace una década la preocupación de los padres se limitaba a que sus hijos pasaban muchas horas frente al televisor, hoy esa inquietud se centra en el contacto que los pequeños –incluyendo bebés- tienen con los teléfonos inteligentes y otro tipo de dispositivos como tabletas y computadores. 

La comunidad médica está preocupada por el tema y alerta sobre el uso en este grupo, porque como cualquier nueva herramienta deben comenzar a dibujarse los límites que separan el buen del mal manejo. Sobre todo si se considera que el cerebro tarda, al menos, 18 meses en definirse para poder comprender que los símbolos de una pantalla tienen un equivalente en el mundo real.

Durante los primeros años de vida tiene lugar la etapa del desarrollo sensoriomotor, que se encuentra limitada por la comprensión del contenido bidimensional que ofrecen los dispositivos. Debido a que las habilidades simbólicas, mnésicas y atencionales todavía no han madurado lo suficiente, no son capaces de aprender de los medios digitales del mismo modo que con las interacciones personales [2].

En esa línea, la AAP subraya que el acompañamiento es un aspecto crucial, ya que los menores de dos años necesitan desplegar la exploración práctica e interacción social con sus cuidadores para ejercitar habilidades cognitivas, lingüísticas, motoras y socioemocionales.

Antes de los dos años, aún no se ha alcanzado la madurez suficiente en términos de control atencional y pensamiento simbólico como para poder transferir los conocimientos adquiridos a través de un aparato a su aplicación diaria, la que se desenvuelve en tres dimensiones. Asimismo, durante los tres primeros años, se produce un rápido desarrollo del cerebro y sus múltiples conexiones, afectando principalmente aspectos que determinan el aprendizaje, memoria y lenguaje [3]. Es decir, condicionan las bases del futuro intelectual y emocional de los menores. 

Las recomendaciones de la AAP son claras: los menores de dos años no deben estar expuestos a estos aparatos y un uso de una hora o más al día se considera excesivo para aquellos entre dos y cinco. Además, se debe limitar el acceso a los medios digitales durante las comidas o una hora antes de ir a dormir, para que puedan crecer y desenvolverse correctamente.

Qué tan perjudicial pueden llegar a ser estos dispositivos. Aunque la respuesta es compleja, la evidencia señala que determinados factores como la edad, el momento del día en que interacciona un niño con ellos, el contenido que consume y tiempo de utilización son especialmente importantes.

Un estudio de cohorte longitudinal sugiere que existe una relación directa entre tiempo frente a una pantalla y peores resultados del desarrollo en menores entre 18 y 60 meses. La psicóloga Sheri Madigan de la Universidad de Calgary en Canadá hace una década reclutó a embarazadas dispuestas a que se analizara el crecimiento de sus futuros bebés: en concreto, cómo les afectaría el tiempo de exposición a la televisión, computadores, videojuegos, tabletas y teléfonos celulares [4].

La investigación sobre 2.400 niños canadienses mostró que cuanto mayor era el tiempo pasado delante de pantallas a los dos y tres años, peor era el desempeño de ellos a los tres y cinco, cuando se les realizaba un test para analizar el progreso en cinco dominios clave: comunicación, destrezas motoras (gruesas y finas), resolución de problemas y habilidades sociales.

Es un hecho que el empleo inadecuado de las tecnologías de la información y comunicación inciden negativamente en la neuroplasticidad, lo que podría traducirse en escasa autoestima, bajo nivel cognitivo o dificultades conductuales, según edad y habilidades asociadas. Y, en términos prácticos, en alteraciones de la visión, sueño, peso, desarrollo, funciones ejecutivas y conducta. 

“Cuando los niños están interactuando con dispositivos digitales, pueden perder oportunidades importantes para practicar y dominar habilidades interpersonales, motoras y de comunicación que son esenciales para fomentar un crecimiento óptimo”, explican los autores. 

Sheri Madigan y colaboradores recomiendan a pediatras y otros proveedores de atención médica que asesoren a las familias sobre la creación de un plan de medios personalizado. “Estos brindan orientación para establecer y hacer cumplir las reglas y límites con respecto al uso de los medios según la edad; diseñar zonas libres de pantallas y toques de queda de dispositivos en el hogar; y equilibrar la asignación de tiempos para actividades, priorizando aquellas que involucren interacciones en familia”.

Para garantizar el óptimo desarrollo de los niños nacidos y criados en la era digital, resulta prioritario el compromiso de los adultos con la utilización responsable de las herramientas tecnológicas, que están ganando terreno dentro de la sociedad. 

Referencias
[1] Reid Chassiakos Y, Radesky J, Christakis D, et al. AAP Council on Communications and Media. Children and Adolescents and Digital Media. Pediatrics. 2016; 138: e20162593.
[2] L'Ecuyer C. The Wonder Approach to learning. Front Hum Neurosci. 2014;8:764.
[3] Rodríguez Sas, O., Estrada, L. Incidencia del uso de pantallas en niñas y niños menores de 2 años. Revista de Psicología. 2021; 086.
[4] Madigan S, Browne D, Racine N, Mori C, et al. Association Between Screen Time and Children's Performance on a Developmental Screening Test. JAMA Pediatr. 2019;173(3):244-250. 

Por Carolina Faraldo Portus

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